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La remodelación del Vergel no suma 'alabanzas' entre vecinos y establecimientos

La remodelación del Vergel no suma 'alabanzas' entre vecinos y establecimientos

Actualizado 13/07/2014 18:44

El pavimento rugoso y la disposición de esta plaza está siendo criticada también por clientes y viandantes que ven cómo su tránsito no es confortable ni tampoco beneficia a sus negocios. Preparan firmas para que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto.

Pese a que el alcalde de Soria, Carlos Martínez Mínguez hablase el jueves en el pleno municipal sobre las "alabanzas" que había recibido, según aseguró, acerca de la remodelación de la plaza del Vergel, y a las que se sumase el viernes el concejal de Urbanismo, Luis Rey, las obras de este espacio público no cuentan con el beneplácito de vecinos, establecimientos ni tampoco de los clientes que hacen uso de esta zona.

"Caernos no nos hemos caído, no, pero ya nos hemos cambiado los zapatos". Así se manifestaba esta mañana, medio en serio medio en broma, uno de los empleados de un restaurante que ha visto cómo el entorno del lugar donde trabaja ha cambiado, y no exactamente para bien. El pavimento rugoso, que ahora el Ayuntamiento ha previsto 'atenuar' para dentro de tres meses, hace que las terrazas de bares y restaurantes de la zona no tengan la comodidad de antes.

"Es un rompe-tobillos", era la frase de uno de los clientes, quien mirando al suelo y deslizando el pie sobre los adoquines comprobaba la desigualdad del piso.

Los propietarios de los negocios tampoco muestran grandes alegrías en la gestión de este espacio. Uno de ellos comentaba a SORIANOTICIAS.com que la carpa con la que cubría la terraza de su establecimiento ahora ha quedado inutilizada. "Nos han reducido 80 centímetros la terraza, con lo que no podremos instalar la cubierta. Ahora ya me dirán que hago con ella y sin los 30.000 euros que nos costó", señalaron en el restaurante Santo Domingo II. Tampoco han querido pasar por alto el apagón que sufrieron durante varias horas por el corte del suministro eléctrico ocasionado, a mitad de marzo, por una de las máquinas, ni tampoco que las obras comenzaron en periodo de comuniones. Esto último mermó el número de banquetes programados, con la consiguiente pérdida de ingresos. Hay que decir también que han previsto unas nuevas cubiertas a las que el Consistorio deberá dar el visto bueno.

Otro de los establecimientos donde también han mostrado críticas, al igual que sus clientes, es el restaurante El Portillo. "No podemos decir más que reproches. En todos los sentidos", lamentaba al mediodía el responsable del negocio, quien ha calificado como "una faena", el no poder utilizar la carpa a medida para la terraza y que costó 40.000 euros. "No se concibe que un espacio como una plaza pueda resultar tan incómodo. Es difícil transitar con los carritos de los niños y no digo nada de los abuelos", ha continuado, aventurando que deberán habilitar un suelo de tarima en madera para que la clientela pueda permanecer de manera confortable. También, y con la vista en esta temporada estival, ha admitido pesaroso que "el verano lo damos por perdido". Con todo, y por sirviera para algo, ha invitado a la recogida de firmas que los vecinos están llevando a cabo y remitirla al Ayuntamiento para cambiar las cosas.

Y no queda ahí el asunto. En un negocio de viajes ubicado allí mismo, tampoco se han quedado cortos. "Las máquinas rompió uno de los carteles, que se quedó colgando. Enviamos un escrito al Ayuntamiento para hacerles saber que no nos hacíamos responsables por su caída en los posibles daños a los peatones que pasan por aquí y tardaron más de un mes en contestarnos", han explicado, haciendo constar de paso que el cartel, en la parte lateral de local "todavía no han repuesto el cartel desde el Miércoles Santo". Estas mismas fuentes han querido significar que una de las cometidas subterráneas, tras la nueva pavimentación, se quedó bajo el nivel del suelo en la entrada, algo que tuvieron que hacerlo saber ante el Consistorio, que se ha visto obligado a colocar una plancha metálica provisional para evitar caídas.

Por otro lado, también se ha criticado no el diseño en sí de las jardineras, sino su funcionalidad, ya que al estar inclinadas, el barro tras el riego o la lluvia se extiende sobre el asiento contiguo y también por el pavimento rugoso, origen de la polémica.

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