Antonio de Blas ve reconocida su labor en Perú con un proyecto de abastecimiento y consumo responsable de agua. La recompensa a su iniciativa será día 21 en Madrid.
Antonio de Blas, ingeniero de caminos, canales y puertos, recibirá el próximo día 21 el premio Ingeniería Solidaria, que reconoce el mejor proyecto realizado en países en desarrollo en los últimos tres años.
Hijo de burgense y muy indentificado con la Villa Episcopal, donde "acudo siempre que puedo", este joven diseñó una iniciativa para el abastecimiento de agua en la localidad peruana de Chichucancha que ya se ha materializado. Se trataba del proyecto de fin de carrera que concluyó en 2012 en la Universidad de Burgos
De Blas, que se siente "muy afortunado" por este galardón, explica que su proyecto está destinado a comunidades que no tienen acceso al agua potable. "Lo desarrollé en colaboración con una ONG peruana, en una comunidad rural de unos 500 habitantes situada en el altiplano peruano". Una idea que no se quedó ahí, sino que una vez ya hecha realidad, "se realizó un sistema ecológico de gestión de residuos, y se continuó implantando en otras comunidades peruanas".
Con esta mejora se consigue disminuir en gran medida enfermedades dermatológicas y gastrointestinales derivadas del consumo de agua sin tratar, lo que lleva a reducir drásticamente la mortalidad infantil, además de optimizar las condiciones de vida de los habitantes.
El proyecto no sólo incluye una solución técnica, "sino que se organizaron comités, juntas del agua, que mediante la participación de las autoridades locales y los habitantes de la zona, son los encargados de gestionar los sistemas", explica el joven ingeniero, quien recuerda también que durante los meses de construcción de la idea, se llevó a cabo una capacitación en el uso responsable del agua, "tanto en la junta gestora como a través de los propios habitantes de la comunidad, y se realizaron actividades de educación en el uso del agua e higiene para los niños".
En los orígenes, al acabar la carrera, Antonio se lanzó a llevar a cabo este proyecto, para cuya construcción se invirtieron cuatro meses. Una vocación de servicio para "poder aportar los conocimientos adquiridos en la universidad a una causa que pudiera repercutir positivamente en la vida de los demás", confiesa.
En aquellos momentos "cada uno tenía que buscarse la vida casi por completo, aunque la Universidad de Burgos y profesores de la misma a título personal me apoyaron en mi aventura", comenta con agradecimiento. Finalmente, a través de miembros de otras ONGs, llegó a contactar con Roger Agüero, presidente de una pequeña ONG peruana llamada Servicios Educativos Rurales del Perú. "Tras una breve charla en la que intercambiamos pareceres e ideas, me embarqué en la aventura de aportar mi granito de arena para que comunidades rurales tuvieran acceso al agua potable".
Antonio dice que este sentimiento de ayuda ha sido constante en su vida. "Desde pequeño siempre he vivido lo gratificante que es compartir las cosas con los demás. Creo que este sentimiento es aún mayor cuando lo que compartes es esfuerzo y sirve para que gente pueda vivir sensiblemente mejor", afirma. Y más aún, en su caso le prporcionó la experiencia de trabajar codo con codo con las personas que a la postre se beneficiarían de esta idea. "Se trataba de gente con la que conviví durante el transcurso del proyecto, y que se desvivió por mi bienestar, ofreciéndome todo lo que tenían, aunque esto no fuese mucho", dice con cierta emoción.
Esta experiencia supuso el inicio de la carrera profesional de Antonio. A través de ella "aprendí muchas cosas que posteriormente me han sido útiles en mis labores posteriores", pero, aun con todo "más importantes que lo laboral fueron las lecciones de vida que pude aprender, y cómo comencé a valorar realmente los privilegios que tenemos simplemente por haber nacido en esta sociedad".
El galardón que recibirá Antonio este viernes en Madrid premia los mejores proyectos de fin de Carrera y tesis de máster sobre Ingeniería, Cooperación al Desarrollo y Derechos Humanos realizados a nivel nacional en los tres últimos años. Está coordinado por la Federación Española de Ingeniería Sin Fronteras, que mediante de un jurado de técnicos evalúa la solución técnica y el impacto social de los proyectos, que pueden ser de cualquier rama de Ingeniería.