25 años en la empresa, empezando como administrativo y llegado a ser subdirector territorial por méritos propios. Con varios destinos en la provincia, pasando por Benavente y de allí a Valencia, y de vuelta a Soria. Siempre con la familia a cuestas.
Como siempre, el primero en la oficina principal de Caja Duero de Soria, a eso de las ocho menos veinte de la mañana. Su jornada no terminaba a las tres, como para la mayoría de sus compañeros, sino que desde hace muchos años trabajaba también por las tardes.
Pasados unos minutos de las ocho, recibe una llamada requiriendo su presencia en Valladolid de inmediato, sin explicaciones. Son las once cuando llega. Le esperan el jefe territorial y alguien de Recursos Humanos. Se trata de su despido.
"¡No me lo puedo creer! ¿Por qué yo?" insistía requiriendo una respuesta. "Por el ERE, puede ser cualquiera." Es todo lo que consiguió que le explicaran. Eso sí, le informaron que podía pasar el kilometraje para que se lo pagaran. ¡Qué vileza! Ni las gracias por los servicios prestados. La vida le había cambiado en un instante.
En shock por la noticia cogió el coche de vuelta. Gracias a Dios que no le pasó nada. Por la tarde fue a recoger sus cosas, la directora le pidió que entregara las llaves y no encendiera el ordenador. Órdenes del jefe de zona. ¡Como si fuera un despreciable delincuente!
25 años en la empresa, empezando como administrativo y llegado a ser subdirector territorial por méritos propios. Con varios destinos en la provincia, pasando por Benavente y de allí a Valencia, y de vuelta a Soria. Siempre con la familia a cuestas. Siempre dispuesto a la movilidad geográfica, a pesar del sacrificio que ello supone, lo que la mayoría de sus compañeros nunca aceptarían.
Desde la firma del ERE en 2013, se habían cerrado oficinas, departamentos, amortizado puestos de trabajo en la provincia. A todos les ofrecieron alternativas para evitar despidos forzosos: se les reubicaba cerca o les ofrecían traslados? A todos menos a él.
Ese día se despidieron un total de veinte empleados en diferentes lugares, y según narra otro de los perjudicados en una red social, "entre los despedidos hay compañeros que han estado de baja recientemente por problemas graves de salud e incluso alguno está también de baja. Otros estaban de vacaciones? A todos ellos les ha pillado de sorpresa, dándose el caso de que alguno de ellos tenía pedidas horas para ir a revisión en el Hospital. Todos tienen una edad comprendida entre los 45 y los 53 años? Ni siquiera han tenido la delicadeza de agradecer los servicios prestados." Quien escribe esto tiene una discapacidad importante reconocida y de la que la empresa era conocedora. Como él mismo dice, "un comportamiento más bien nefasto, tirando a desvergonzado".
La legislación actual exige que al inicio de las negociaciones para el ERE el empresario haya establecido una lista con los nombres y la clasificación profesional de los afectados por él. En el caso de CEISS, los 1.230 empleados a desaparecer por orden de Bruselas deberían haber figurado en ese listado negro. ¡No existe! y los sindicatos firmantes del ERE son conocedores y consentidores de esta ilegalidad. Como alguien ha escrito también en esa misma red, así se permitían 'despidos a la carta'. El 'puede ser cualquiera' tiene, por tanto, sentido.
¿Por qué al subdirector de la OP de Soria? ¿Un despido libre encubierto, al supuesto amparo de un ERE desastroso, para eliminar a alguien que hace sombra, que opina y piensa, que resuelve y decide, mientras otros actúan con sumisión o gozan de protección? ¿Qué han hecho por él los sindicatos firmantes?
¿Y cómo afectó esto a sus compañeros? Sorpresa y miedo para la mayoría. Uno de los mejores estaba fuera, cualquiera podía ser el siguiente. La Inspección de Trabajo intervino al poco tiempo por el elevado grado de estrés laboral de la plantilla.
Habiéndose destruido miles de puestos de trabajo en ese sector durante la crisis, que en menos de tres meses de su despido se haya incorporado a otra entidad financiera es reflejo de su profesionalidad, valía e integridad moral y ética.
16/04/2015: fecha del juicio en el Juzgado de lo Social de Soria. Ha decidido desistir en su demanda por nulidad o subsidiariamente improcedencia en el despido. Los motivos alegados en su carta de despido eran que su puesto quedaría amortizado, puesto que en la oficina sólo pueden ser 21 en lugar de 22. El juicio estaba ganado gracias a las matemáticas, que no admiten interpretación jurídica alguna. Porque no eran 22 los empleados en plantilla, sino 21, él incluido. Pero hay más errores muy graves en esa carta. Tiene pruebas fehacientes que demuestran sus mentiras.
Alguien que nunca vendió preferentes, por no confiar en ellas, no volvería a una Caja rescatada con tres años consecutivos con pérdidas (antes de impuestos: 3.586,891M? en 2012; 67,330M? en 2013 y 166, 402M? en 2014). Que finalizado el ERE despide a otros 14 empleados aplicando la reforma laboral pura y dura y que tiene pendiente un nuevo ajuste de plantilla del 5%. Que improvisa cambiando los acuerdos establecidos con Bruselas, que se deshace de trabajadores enfermos, con discapacidades, mientras mantiene en su plantilla directivos imputados y sus trabajadores soportan un ambiente de presión inaguantable, esperando no recibir una llamada que les arruine la vida... Estas son sólo algunas de las razones por las que mi marido ha retirado la demanda para evitar su readmisión.
¡Adiós Caja Duero!
Rosa María Machuca Calvo