Centenares de vehículos desfilan un año más ante la imagen del santo en el pórtico de la iglesia de San Francisco. Un gesto con el que sus propietarios ruegan al santo protección en la carretera.
Un año más, el sábado siguiente a la festividad de San Cristóbal (ayer viernes), centenares de personas han acudido a la iglesia de San Francisco de la capital para asistir a una eucaristía en honor a San Cristóbal, patrón de los conductores y de los transportistas.
Tras el acto religioso, una interminable caravana de vehículos, incluidas bicicletas y también alguna silla de minusvalía, han circulado en sentido descendente por la calle Nicolás Rabal para recibir la bendición oficiada por el párroco del templo, Julián Callejo. Antes de la bendición se repartían estampas con la imagen del patrón para ser llevada en los vehículos.
El presbítero ha señalado la vocación de servicio del santo de Licia (Turquía) que desarrolló su vida en el siglo III. San Cristóbal voluntariamente aceptó el oficio de transportar a la gente, por amor de Dios, de un lado al otro de un río caudaloso, sobre sus hombros, hasta que un día trasladó un Niño que a la postre resultó ser el Creador. "Con esta devoción le pedimos que nos dé fortaleza y ánimos para no dejarnos vencer por las dudas", ha explicado Callejo, quien ha reseñado que el santo no siguió las engañosas pautas mundanas y también del diablo, sino que se entregó a los demás, y de ahí que sea reconocida esta virtud.
La agrupación de transportistas, AGRUTRANSO también ha tomado parte en este acto, cuyo colofón lo ponían las ensordecedoras bocinas de los camiones, dejando sus conductores constancia de la devoción hacia San Cristóbal.