OPINIóN
Actualizado 03/08/2015 21:37:40
No se puede legislar en caliente claro está, pero mientras discernimos si el hombre es bueno o no por naturaleza, cambiemos las leyes a favor de los más débiles, evitando así episodios que avergüenzan sin lugar a dudas a la raza humana.

Hace ya algunos tiempos, que filósofos como Hobbes, Kant o Rousseau se preguntaban a cerca de la capacidad del ser humano para elegir entre el bien o el mal o si era el hombre por consiguiente malo o no por naturaleza. Siglos después, muchos somos los que nos continuamos preguntando qué hace al ser humano perder a veces su condición y practicar esa maldad existente desde que a la tierra la rozó el primer rayo del sol.

Estos días hemos visto en los distintos medios de comunicación la consagración del mal por antonomasia: un padre que es capaz de degollar a sus dos propias hijas para hacer aún más daño si cabe, a un tercero como lo era la madre de las pequeñas.

Maldad en estado puro. No se me ocurre nada para explicar porqué el ser humano puede en algunas ocasiones actuar de esta manera tan brutal y alejada de la razón, y no se me ocurre porque no puede existir explicación racional frente a lo que es irracional por definición.

Este doble asesinato ?con el agravante que tiene que sea el padre el que asesine lo que se suponía más quería? no despeja la incógnita que los filósofos apreciaban, no obstante, sí deja patente que el hombre a veces es malo y en unos grados impensables.

Yo no sé qué solución pueden tener estas horribles actuaciones que por desgracia se suceden a diario por todo el mundo, pero sí creo que medidas más contundentes para estas mentes enfermas se presentan como elemento indispensable en nuestro sistema legal. La cadena perpetua revisable ?muy comentada ahora en nuestro país? debería ante estas atrocidades disipar todas las dudas de quienes la miran con cierto recelo.

No se puede legislar en caliente claro está, pero mientras discernimos si el hombre es bueno o no por naturaleza, cambiemos las leyes a favor de los más débiles, evitando así episodios que avergüenzan sin lugar a dudas a la raza humana.

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