Cuervos en el Vaticano

No se lo están poniendo nada fácil al Papa Francisco. Entró con ideas renovadoras, con unos gestos nunca antes vistos e incluso con un lenguaje nunca antes oído en un Papa y que parecía incluso agradar a los no creyentes y críticos con la Iglesia que se deshacían en frases tipo "ya era hora" o "al fin un Papa moderno", hasta que se dieron cuenta, eso sí, de que bajo esas palabras renovadas la doctrina no cambiaba un ápice como así debía de ser.

Descartó vivir en las estancias vaticanas y dentro de esa política de gestos, decidió instalarse en la casa Santa Marta, como un huésped más, dentro de una austera habitación con unas medidas más pequeñas que muchos pisos que en occidente se venden a precio de oro. Pero tras toda esta gesta que el Papa Francisco emprendiera tras su elección en el cónclave vaticano, hay algo que de momento no ha podido evitar como tampoco pudo el ahora Papa emérito Benedicto XVI. Cuervos en el Vaticano. O si ustedes lo prefieren, siervos de la traición que ya sea en el Vaticano o fuera de él, existen estoy convencido desde que el mundo es mundo. La filtración de documentos privados de la Santa Sede ha vuelto a reproducirse como ya le pasara el anciano Papa Ratzinger. A día de hoy se desconoce el verdadero alcance de este negro episodio que ensombrece de nuevo y de la mano de los enemigos de la Iglesia un pontificado al que todavía le queda mucho camino por recorrer.

Todo parece estar en manos de la justicia vaticana ?que antes que la divina ? es a la que le toca analizar y depurar las posibles responsabilidades. Quizás no sepamos nunca el alcance de estos hechos o quién está detrás de esta bandada de cuervos vaticanos, pero de momento, hay algo que me gusta y no es otra cosa que ver a un Papa que con mano firme y sin que le tiemble, continúa adelante a pesar del posible fuego amigo.