OPINIóN
Actualizado 29/11/2015 12:56:05

No podemos dejar que se nos embote la mentecon el placer o el dinero y que esto nos impida descubrir los signos de la presencia de Dios en el mundo, en nuestra vida.

Comenzamos hoy el tiempo litúrgico del Adviento, un tiempo de espera y esperanza por la venida de Cristo. El Adviento conmemora aquella primera venida de Cristo al mundo como Salvador, actualiza la conciencia de la presencia de Dios en nuestro mundo, y nos llama a estar bien despiertos y preparados para la segunda venida de Cristo en majestad al final de la historia.

En este primer domingo se nos hace una llamada a estar despiertos a los signos de los tiempos, a los signos que el Señor nos da de su presencia en medio de nosotros. No podemos dejar que se nos embote la mentecon el placer o el dinero y que esto nos impida descubrir los signos de la presencia de Dios en el mundo, en nuestra vida. Y es que continuamente Dios nos está dando signos de su presencia aunque para que nos demos cuenta de ellos es necesario que no hagamos dioses a las cosas y que sirvamos al Dios verdadero que llena nuestra vida.

Estamos viviendo en un ambiente social en el que el ser humano se niega a reconocer la presencia de Dios en los acontecimientos de la vida, en la vida propia y de los demás, porque se ha constituido dios de sí mismo: él dicta sus propias normas de comportamiento, él delimita su libertad según sus intereses, etc. El ser humano actual se ha dejado dominar y absorber por los ídolos del poder, del dinero, del gozar sin moral y se ha convertido en alguien incapaz de valorar la presencia y la necesidad del verdadero Dios en la vida. Absorto por los valores mundanos se niega a pensar que Cristo, que entregó su vida para la salvación del género humano, está presente en su vida y se manifiesta a través de distintos signos, y que un día vendrá glorioso con poder y majestad.

Nuestra liberación ya se ha hecho presente con la primera venida de Cristo al mundo pero es necesario que le reconozcamos presente en nuestro mundo, en nuestra vida, en los acontecimientos de cada día. Él quiere venir a cada uno de nosotros para transformarnos, para querernos y dar un nuevo sentido a nuestra vida, por encima de lo que el mundo valora. Jesús nos advierte del peligro que tenemos de dejarnos embotar por lo que el mundo valora y no darnos cuenta de que Él está en medio de nosotros. Nos pide vivir un peculiar estilo de vida, que es el que Él nos transmitió como importante y del que un día nos pedirá cuenta.

El mensaje del Evangelio de este domingo nos urge a tener la mente bien despierta para conocer lo que sucede a nuestro rededor, para ser conscientes de que Dios se interesa por nosotros y que nosotros no podemos desinteresarnos de Él ni ser indiferentes a su mensaje ni vivir como si Él no existiera; en la aceptación de su Persona y de su mensaje consiste la preparación para su última venida al final de los tiempos. Necesitamos estar bien fortalecidos internamente para vivir el estilo de vida que Jesús nos propone para que, como nos dice San Pablo en la segunda lectura de la Santa Misa de este domingo, "cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de todos sus santos podamos presentarnos santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre"(1 Tes 3, 13)

Aprovechemos este tiempo de gracia que es el Adviento para vivir verdaderamente según el mensaje de Cristo y prepararnos para recibir, en cualquier momento, la llamada a rendirle cuentas de nuestro amor a Él y a los hermanos.

¡Feliz Adviento para todos!

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