Los carnavales sorianos regresaron a la ciudad tras 47 años de ausencia por la prohibición de la dictadura franquista. Lo hicieron en 1984, con un grupo de jóvenes encabezados por el creativo publicitario soriano Paco Castro.
Tiempos diferentes para un sentir diferente. "De aquellos carnavales surgió la asociación del Casco Viejo", comenta, pese a que comenzaron a preparar las carnestolendas "sin reglas ni estatutos". Unos años también en los que la novedad supuso un 'boom' en el número de personas participantes en las celebraciones del casco antiguo.
"En esos días cruzar la calle Zapatería hasta la Fuente Cabrejas te podía llevar más de media hora. Toda una aventura", recuerda Castro, quien añora también aquel espíritu donde el carnaval "no estaba institucionalizado", pero que en su primera edición resultó ser una sorpresa incluso para los impulsores de los festejos. "Se echaba mano al baúl de la abuela y con imaginación se confeccionaba el disfraz".
De aquel tiempo, Castro recuerda la primera sardina, confeccionada a base de escayola, por lo que no pudo arder. También acentúa que ahora tampoco está la 'recuperación del boto de vino', personalización de Don Carnal, que viajaba siempre en el ataúd del popular pescado antes de su quema, pero que era rescatado de las llamas, "algo que ya se ha perdido".