El Martes Santo acoge con solemnidad la adoración de estas dos púas de acacia que proceden de Palestina. Su datación se remonta a hace 2.000 años.
Ágreda, como es tradición, ha venerado en la noche de este Martes Santo las Santas Espinas, que la tradición afirma a que formaron parte de la corona que llevó Cristo durante el martirio que sufrió en la Pasión.
Un acto que pese a su solemnidad, siempre tiene sencillez y viene marcado por la asistencia de centenares de fieles, que generación tras generación, quieren rendir culto a dichas reliquias.
Si bien se desconoce el periplo por el que llegaron a la Villa de las Tres Culturas, bien pudieron recalar en el pueblo de la mano de de San Luis, rey de Francia e hijo de hija de Alfonso VIII y de Blanca de Plantagenet, quien pudo haberlas donado a su hija Leonor de Castilla, como regalo nupcial al contraer matrimonio ésta con Jaime I El Conquistador en la iglesia de Santa María de la Peña, allá por febrero de 1221.
Estudios científicos han certificado que las espinas son de acacia, precisamente de una variedad muy común en Palestina. La edad de estas púas de madera se ha cifrado en torno a los 2.000 años, con lo que bien pudieron formar parte de la corona que llevó Jesucristo en la Pasión.
En tiempos fueron tres las espinas las existentes en Ágreda, si bien en 1895, el obispo de Tarazona, Juan Soldevilla quiso llevar a la cabeza de la diócesis una de ellas y así lo hizo. Como se sabe, Ágreda perteneció a esta administración pastoral hasta mediados del pasado siglo.