El lema del Jubileo no sólo transmite la identidad de Dios como Padre misericordioso sino que expresa nuestra identidad de seguidores de Cristo.
Queridos diocesanos:
'Misericordiosos como el Padre' es el lema del Jubileo de la misericordia que nos trae a la memoria del corazón que Dios es Padre misericordioso capaz de compadecerse de las miserias humanas. El rostro auténtico de Dios nos lo ha revelado Jesucristo con su vida y en sus enseñanzas.
Muchos de sus milagros no son sino gestos de la misericordia practicada y vivida por el Señor que se compadece de las distintas situaciones de necesidad por las que atraviesan las personas: el leproso que le pide que le limpie de la lepra (Mt 8, 2), el ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52), la hemorroisa y la hija de Jairo (Mc 5, 21-42), la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Mc 7, 11-17) o la mujer sorprendida en adulterio (Jn 6, 3-11).
Pero Jesús también proclama la identidad de Dios como Padre misericordioso a través de sus enseñanzas, a través de sus palabras: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados" (Lc 6, 36), las parábolas de la misericordia (Lc 15, 1-32) o el buen samaritano como modelo de comportamiento misericordioso (Lc 10, 33).
El lema del Jubileo no sólo transmite la identidad de Dios como Padre misericordioso sino que expresa nuestra identidad de seguidores de Cristo. El mismo Jesús nos expresa la necesidad de vivir desde la misericordia en la oración del Padrenuestro: "Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido" (Mt 6, 12) por eso, la vivencia y puesta en práctica de las obras de misericordia es la concreción de la misericordia que nosotros hemos de tener siempre con los demás. Este Jubileo es una ocasión maravillosa para hacer una reflexión seria y profunda sobre la obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, y un examen de cómo las estamos viviendo.
No olvidemos que las obras de misericordia las podemos vivir en la vida de cada día, en todos los lugares y con todas las personas que nos relacionamos, con las que compartimos nuestra vida; ahora bien, de una forma especial las podemos vivir en la propia familia donde todos esperamos comprensión, misericordia y perdón de los demás y ellos, a su vez, lo esperan de nosotros.