AMFAR Soria trabaja cada día para defender los derechos e intereses de las mujeres sorianas que trabajan en el campo. En estos momentos, su lucha se vuelca en el emprendimiento, ya que son las mujeres y los jóvenes los que "tienen la capacidad de diversificar la economía rural", según la presidenta de la federación, Ascensión Pérez.
Marta Arribas abandonó la gran ciudad para mudarse a la localidad de Molinos de Razón a finales de los años 90. La madrileña, una apasionada de la cerámica desde pequeña, decidió convertir su hobby en una profesión, estudiando la carrera en la única facultad que otorgaba la acreditación de diplomatura de cerámica en ese momento, la escuela Francisco y Jacinto Alcántara de la capital. Una vez establecida en el pueblo soriano, la artista se animó a retomar su actividad profesional tras un parón por cuestiones de salud, abriendo su taller en el año 2005. Una época ideal, ya que en ese momento, las subvenciones de la Junta y del INEM hicieron posible su deseo. Como explica la artista "cumplía todos los requisitos: ser mujer, vivir en el ámbito rural, en una población de menos de 1000 personas y tener una profesión en la que la mujer no está normalmente representada". La ceramista, que divide su trabajo en dos líneas, una más comercial, inspirada en motivos celtíberos y otra más artística, en la que crea piezas que le "salen de dentro", reconoce que "este tipo de iniciativas están muy bien, pero nunca son suficientes, ya que la mujer sigue muy desfavorecida hoy en día en el medio rural".
La joven soriana de 27 años ha vivido siempre rodeada de viñas, disfrutando desde su infancia tanto de las tareas en el viñedo como de la elaboración del vino en la bodega familiar, localizada en Ines. Tras el boom de la viticultura, decidió aprovechar el patrimonio de su familia y se trasladó a Logroño para estudiar primero, el Clico Formativo de Grado Medio en Aceites de Oliva y Vino, y posteriormente, el de grado superior en Vitivinicultura. Una apuesta acertada, ya que gracias al aprendizaje, el vino de su bodega ha conseguido evolucionar, logrando este año, un cuarto puesto en el concurso de vinos caseros, organizado por la asociación Amigos de las Bodegas y el Castillo de San Esteban de Gormaz.
En estos momentos, la joven está centrada en "seguir aprendiendo" para el día de mañana "realizar un vino que le guste a la gente y poder comercializarlo a nivel nacional e internacional". Un sueño por el que está luchando día a día con la continuidad de sus estudios y con la inversión de sus ingresos en la compra de nuevos viñedos dentro de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
Ana Cándida Rupérez Gonzalo se dedicaba profesionalmente a la peluquería hasta hace seis años, cuando decidió continuar y coger las riendas del negocio familiar tras la jubilación de su padre. Una iniciativa que, como la soriana explica, sorprendió gratamente a su progenitor, que al no tener ningún hijo varón, pensaba que nadie seguiría con su labor.
En la actualidad, Candi, como la llaman sus familiares, tiene a su cargo unas 300 cabezas de ganado bovino, una tarea que le ocupa toda la mañana, pero que no le impide conciliar la vida laboral con la personal, ya que por las tardes, "mucho más tranquilas", intenta disfrutar de su familia.
La ganadera afirma que nunca se ha sentido discriminada por el hecho de ser mujer y cada día realiza sus ocupaciones sin ningún tipo de problema, entre ellas, "alimentar al ganado y comprobar que todo marcha bien". La finca, donde trabaja y vive, está situada en la localidad de Toledillo, un pueblo perteneciente al municipio de Soria, que cuenta con tan solo tres o cuatro casas abiertas, y al que Ana Cándida no solo aporta trabajo, sino también vida.