Celebrado en días pasados el pleno de presupuestos para 2017, me quedo de todo ello con una partida que es cuanto menos llamativa, por ser tan necesaria como escasa. No entraré en si la ciudad está que se cae fuera de Mariano Granados y Espolón (la frase de que se cae a trozos es de Enrique García de I.U. y creo que define muy bien la situación de abandono en que se encuentra el resto de Soria), ni entraré en que precisamente esta actuación es la que se ha cargado el comercio y la vida en el centro, si exceptuamos los meses de julio y agosto. Pero sí que quiero ahondar en la partida pequeñita, enanita, que se ha presupuestado, 60.000 euros, para atracción de empresas. En los diez años de gobierno de Carlos Martínez, éste no ha captado ni una sola empresa para nuestra ciudad. Envidia, viendo cómo un par de grandes superficies acaban de abrir en Golmayo - Camaretas; envidia, viendo cómo dos grandes empresas se instalan en la Ciudad del Medio Ambiente; y envidia viendo cómo poblaciones como Ólvega cada día están más industrializadas. La gran deuda de este alcalde y del equipo de gobierno municipal socialista para con los sorianos es la creación de empleo y, por tanto, la atracción de empresas. Ni una sola, ni un solo puesto de trabajo, ni nada que no sean obras de relumbrón para el aprovechamiento de unos pocos. Cuando no se crea empleo, las ciudades agonizan, y Soria sufre ya una larga agonía que tendrá un fatal desenlace si no se pone remedio. Espero que aún estemos a tiempo y la enferma, aunque crítica, logre sobrevivir y salir de esa situación.