Una nueva estampa literaria de la provincia de Soria, por Carlos Castro.
Normalmente vuelan alto, muy alto, la sombra recorre la parcela como navegando por encima de los surcos, ves la sombra ir y venir, sabes que están en lo alto vigilando, son desconfiadas, pero hoy he tenido suerte, de repente aparece en el horizonte descendiendo de lo más alto desplegando sus enormes alas, y sacando las patas se posa en un enebro cercano que apenas resiste su peso y se balancea hasta que después de unos aleteos logra estabilizarse en la débil copa, al momento su pareja en un elegante vuelo sin prisa con la naturalidad de dominar el viento, se acaba posando en el suelo, impresionante.
Color oscuro, casi negro, elegancia, porte, silueta de poderío girando la cabeza levemente sobresale entre las aliagas. Aprovecho el camuflaje que me da el tractor y paro al final del surco, las observo lo más cerca que puedo, no me canso de contemplarlas, pero enseguida desconfían, el tractor ya no suena igual y no se mueve, levantan el vuelo y vuelven arriba, están pendientes de mi, han aprendido y ya formo parte de su estrategia de caza, en una de mis idas y venidas acaba arrancando la liebre al paso del tractor, casi la piso, aguanta hasta que la rueda casi la pasa por encima, sabe lo que hay en el cielo. Sale corriendo a la velocidad del rayo por el despejado barbecho con intención de ganar la orilla y esconderse por la maleza de algún corro de aliagas grandes. Tarde, la sombra recorre velozmente la parcela y aparece la rapaz con las alas medio plegadas y las garras estiradas y atrapa la liebre que patalea sin éxito, aguanta con ella en el suelo unos minutos sin inmutarse hasta que deja de moverse, levanta el vuelo y se la lleva, la pierdo.
Este verano, unos ciclistas del Burgo pararon en la fuencaliente de Caracena a coger agua y recogieron un ejemplar joven que tenía una herida por electrocución debajo del ala, los guardas la llevaron a Burgos al centro de recuperación de aves, la semana pasada volvió al pueblo, curada, quién sabe si un día de estos 'cazaremos' juntos.
Sería injusto que las generaciones que nos siguen no puedan disfrutar de lances como el que hoy les he contado, seamos conscientes del patrimonio que tenemos, un tesoro natural que dos águilas reales sean capaces de sacar adelante su cría en nuestro entorno, con todo lo que el campo ha sufrido en las últimas décadas.