César Ibáñez París


OPINIóN
Actualizado 02/03/2017 13:19:24

Tribuna de opinión de César Ibáñez París, profesor del IES Antonio Machado y afiliado a ASPES-CL.

La herencia del exministro de Educación, exiliado de lujo en París y de cuyo nombre no quiero acordarme, es desoladora: una ley política y pedagógicamente inviable, cuyo último capítulo (ojalá) es el callejón sin salida de las pruebas de acceso a la universidad en el presente curso 16/17.

Les explico: una vez arrumbadas las reválidas, parecía que no habría demasiado problema en preparar una prueba de acceso lo más parecida posible a la anterior, y dejar hipotéticas reformas para más adelante; pues no, porque resulta que un buen número de alumnos repetidores de 2º de Bachillerato han podido seguir con el currículo anterior, el de la LOE, y por alguna razón misteriosa, o al menos inexplicada, nadie se ha planteado la posibilidad de hacer dos pruebas, una ajustada a la LOE y otra a la LOMCE, que era lo lógico y lo razonable y, por tanto, lo que no se ha hecho. A estas alturas del invento (entrego este artículo el 19 de febrero, y les recuerdo que el curso empezó a mediados de septiembre) los sabios de la Consejería han tomado su sabia decisión, precedida por la sabia decisión de los sabios del ministerio (contulta aquí): los repetidores, así como quienes suspendieron la prueba el año pasado y sigan interesados en comenzar estudios universitarios, no van a necesitar examen ninguno para acceder a ellos, les bastará con la media de bachillerato.

Ahora bien, las chicas y chicos que hayan hecho bien las cosas y no estén repitiendo, habrán de pasar una prueba LOMCE, llamada EBAU en Castilla y León y que vaya usted a saber cuándo acabará de concretarse (concretarse de verdad, con modelos de exámenes que profesores y alumnos puedan tener como referencia para cada materia), para acceder a un grado universitario. Como lo oyen, tal cual: el mundo al revés. Es cierto que los repetidores que quieran subir su media de Bachillerato tendrán que hacer la EBAU, pero eso no hace más que aumentar la incoherencia y la chapuza, ya que se examinarán de un Bachillerato con diferencias curriculares con respecto al que han cursado. Para más inri, la información sobre la prueba ha aparecido en un powerpoint colgado en la página web de la Consejería de Educación, lo que carece de todo valor legal y puede modificarse en cualquier momento sin más explicaciones; es decir, que propiamente seguimos sin saber nada, puesto que nada ha aparecido en el BOCYL hasta este 19 de febrero.

De hecho, tal como yo lo veo y si no cambian las intenciones oficiales, los aspirantes que no superen la EBAU pueden perfectamente poner el asunto en manos de un abogado, ya que lo discriminatorio de la medida es más que evidente: un suspenso en la EBAU no podrá entrar en la universidad, en ningún grado de ninguna facultad, mientras que un repetidor sí, sin más. La igualdad de los españoles ante la ley a hacer puñetas, para variar.

A estas alturas de curso, a menos de cuatro meses para las pruebas, sin indicaciones concretas sobre cómo van a ser los exámenes y con semejante discriminación arbitraria e injusta puesta negro sobre blanco por la administración competente (perdón por el oxímoron), lo único sensato sería que alguna autonomía diera un puñetazo sobre la mesa y asumiera que este curso no puede haber pruebas de acceso, y que cundiera el ejemplo. Los alumnos entrarían en la universidad con sus medias de bachillerato: sería un mal, pero, tal como están las cosas, un mal menor.
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