Artículo de opinión de Carlos Lafuente
Nos encontramos en la etapa precongresual de los dos grandes partidos y vemos el reflejo de lo que pasa en ellos en la provincia. En unos casos sus divisiones, como en el PP provincial y en otros su monolitismo, como en el PSOE. No creo que sea bueno ni lo uno ni lo otro.
Es bueno discutir y proponer alternativas, ofrecer programas y hacer debates de ideas. También es bueno que existan líderes que aglutinen en su derredor a la gente. Son buenos los debates, pero se descafeínan cuando las ideas y los programas se convierten en meras excusas que esconden el verdadero trasfondo: personas. Esconden lealtades que quieren perpetuarse o poner en lo cargos a sus acólitos. O cuando lo que se quiere es el “quítate tú para ponerme yo”.
Por eso estos días corren militantes afiliando a amigos, familiares y a todo aquel que deba un favor. Todo para llenar los autobuses que tienen que ir a votar. Poco importa la ideología del nuevo afiliado, o si sólo va a ir a votar un día. De esa manera quedará amortizado. Hay veces que uno se figura la Asamblea de los partidos y poco dista de la cena de Nochebuena de la familia. Muchas veces está hasta el pavo.
Y así nos va. Por eso, partidos que no saben ni que ideología tienen. Porque la gente está harta. Harta de que los partidos políticos en vez de ser un motor del cambio sean meras máquinas electorales al servicio de.
Como no entendamos esto, dejemos de fusilar programas y ponencias de otros lugares y mientras los cargos no se pongan a disposición de los programas y no de intereses, no conseguiremos más que desprestigio y caldo de cultivo para otras cosas que miedo me dan. ¿o no?