El nuevo inquilino del Casino.


OPINIóN
Actualizado 25/05/2017 18:33:43

Artículo realizado por Norberto Francisco Moreno Martín, saxofonista profesional, compositor, historiador y profesor de música.

Ciento ochenta reales de Vellón, importe por el arrendamiento del piano de pared fabricado por la casa de pianos J.J. Quirell en la Calle del Rosario número 17, Cádiz correspondientes a los tres primeros meses de alquiler desde el cuarto mes de 1879 (…) Es lo que hubiera tenido que abonar el Círculo Amistad Numancia por la presencia de su nuevo inquilino; un majestuoso piano de pared con más de ciento cincuenta años de antigüedad; un baúl musical lleno de historia y producto de una espléndida donación, arribado hace unas semanas desde la capital de España; si bien no se asusten, para quedarse.

Y es precisamente aquí, en un vetusto piso propiedad de dos ancianas y habitado en la actualidad por una generosa amiga de Dña Encarnación Redondo, donde hallamos tal caja de recuerdos.

Decimos reales de Vellón, pues fue el Rey José I (1808-1813) - parece que también quisieron que viniera para quedarse (funesta decisión) - el encargado de acuñar durante su reinado dos sistemas monetarios paralelos basados en el real como unidad monetaria aunque con valores diferentes claro está (algo más de cuatro escudos hubiera costado el alquiler de nuestro piano por tanto).

Efectivamente esta joya musical, tiene su cuna en el lugar amado por el presidente D. Adolfo Sainz; cuna de toreros, grandes músicos y poetas; rinconcito hermoso entre el mar y la salina: Cádiz, tacita de plata.

La casa de Pianos Quirell fue fundada en 1825, su creador y propietario Juan José Quirell, quien aparece en los diarios de la época como fabricante de pianos y de órganos expresivos, instrumentos para banda militar y accesorios, además de ser Proveedor de pianos de S. M. la Reina Dña Isabel II (La Reina Castiza) entre 1833 y 1868. La citada casa de música, anunciada primeramente en la Calle del Rosario número 17 de la capital gaditana, se ofrecía como un antiguo y acreditado establecimiento, teniendo constantemente un gran surtido de pianos en venta de las principales fábricas, como son ERARD de París, Collard & Collard y KIRKMAN de Lóndres, y Boisselot de Barcelona. Además de todo ello el comprador podría contar con total garantía en la adquisición de su producto, pues D. Juan José ofrecía afinación a domicilio, composición y cambios particulares de piezas.

Todas estas referencias siguen apareciendo durante los años 1864, 1867, 1878, 1879, y 1929, sin cambiar de domicilio.

Y si de algo castizo se trata, es de pensar la cantidad de melodías que han acariciado las teclas del Quirell y que no dejan de infundir un aliento cargado de historia para las paredes de esta institución decimonónica, que apuesta verdaderamente por la música y sus gentes: un piano Isabelino para un casino Isabelino, con permiso no obstante de las 88 teclas del Steinway&Sons modelo D que llegó a la entidad en 1886.

Si bien Gerardo Diego disfrutó desde el atril del guardián del salón rojo, los pianos Quirell también pasaron por importantes manos y fueron testigos de la proyección de gran parte de la música española de mitad del XIX y primer tercio del XX. Vemos como un joven Manuel de Falla por ejemplo, disfruta dando sus primeros conciertos en su Cádiz natal en la sala privada del propietario de pianos del mismo apellido que el fabricante que nos proporciona nuestra joya de pared; Quirell.

Si a todo este valor añadimos el conjunto de partituras coetáneas que también han sido donadas y rescatadas por el Casino, solo podemos seguir soñando con aquello que nos precedió y que ahora contemplamos con añoranza y nostalgia: un piano de pared ocupó aquella casa; testigo del atardecer, hechizador de almas, poeta de la música solitaria.

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