El pregonero de las fiestas de la Virgen de los Milagros evoca su infancia y aboga por la tolerancia porque “es imprescindible para la convivencia”.
Con la afluencia acostumbrada, y quizá este año superada por las altas temperaturas, la plaza Mayor de Ágreda ha acogido el pregón que da paso a las fiestas patronales de la Virgen de los Milagros en un acto que tenía como protagonista al catedrático de Literatura en la Universidad de Zaragoza, Jesús Rubio, hijo de la localidad.
El pregonero, en el balcón del ayuntamiento, ha ensalzado la historia de la Villa de las Tres Culturas, donde nació, y donde “como una esponja” antes de partir a otro lugar con su familia, fue acumulando experiencias para conformar su vida. “La infancia es el verdadero paraíso” ha indicado en su discurso, confesando que la localidad ocupa el “primer lugar de mi corazón”.
Una trayectoria vital en la que ha abogado por la tolerancia, la cual “es imprescindible para la convivencia” y por la cual Ágreda debe de seguir sus designios en pos de su multiculturalidad, sin dejar tampoco a un lado el respeto al medio ambiente de sus alrededores –“la vida surge despacio”- ni tampoco al cuidado de la propia historia y patrimonio. “Hemos de mantener limpias nuestras calles y decorosas nuestras casas”, ha recalcado.
En su arenga, el orador -de gran prestigio como investigador en su ramo- ha confesado sensaciones vividas en los parajes donde las alturas divisan todo el término agredeño, como el Moncayo o el cerro de San Blas, y donde se puede divisar un territorio que asemeja “a una manta de pastores”, como si de un mosaico se tratase, juntando tierras de labor, baldíos y parajes regados con abundante agua.
También ha invitado a los presentes a “compartir lo que somos y lo que tenemos”, sobre todo en estos días de júbilo que deben de ser vividos “más fuera que dentro de casa”, compartiendo un tiempo que pese a haber cambiado, no deja de tener “nostalgia y solemnidad”.
Por último, no ha ocultado su gozo al dirigirse ante sus paisanos señalando que “se me sube a la cabeza la emoción” y ha insistido en que Ágreda es “el paraíso del corazón”.