El obispo de Osma-Soria alaba el sentir de los sorianos en estas fiestas y señala que la alegría “es constituyente de la condición humana”. La ceremonia de pleitesía agrupa a multitud de vecinos, con las peñas como parte también fundamental de la mañana.
En un Lunes de Bailas más caluroso que las jornadas festivas precedentes en estos Sanjuanes 2017, la ermita de La Soledad acogía la tradicional eucaristía solemne con la asistencia de autoridades, Jurados de cuadrilla y centenares de personas para honrar a la Virgen, también patrona de estas fiestas, cuyo nombre, como se sabe, están dedicadas a San Juan y a la Madre de Dios.
La misa ha sido presidida por primera vez por el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, quien en su homilía ha destacado que la alegría es un sentimiento “constituyente de la condición humana”, aunque es “un bien escurridizo” que desaparece “cuando vienen mal dadas”. Una percepción que contrasta con la tristeza, que llega pese al “bienestar” que disfruta la sociedad con los avances que ha venido experimentando en aspectos como la sanidad, la riqueza o el confort. Por ello, ha puesto de ejemplo a la Virgen María, quien es “modelo de dicha” en una tarea “nada fácil” como fue ser la Madre de Jesucristo, que vivió con fe su existencia en este mundo y que sufrió por la entrega de su hijo.
Concluida la ceremonia religiosa, se daba paso a la procesión hacia la plaza Mayor. Una comitiva cuyos integrantes vestían, como mandan los cánones, prendas tradicionales, sobrias y elegantes, para acompañar a las imágenes de los Santos Titulares de cada barrio para rendir pleitesía a la advocación de la Virgen de La Blanca, si bien la imagen de La Mayor, y como es costumbre, quedaba fuera de este gesto.
Como colofón, las peñas sanjuaneras cerraban el recorrido, en una entrega floral ordenada, soleada y que se dividía después con el recorrido de las cuadrillas con las tallas de sus santos por las calles de los doce barrios.