El Ayuntamiento y Gas Natural recuperan el funcionamiento del pebetero instalado hace 45 años en la calle Caballeros coincidiendo con aquel 23 de agosto del año 153 a. de C., día en que Roma declaraba esta misma jornada como ‘Día nefasto’ por las derrotas sufridas en Hispania contra los numantinos. El alcalde pide la constitución “de una vez” de la Comisión Nacional sobre la gesta de los celtíberos en Garray.
En el mediodía de este miércoles se ha vuelto a encender, tras 45 años inactivo, el pebetero ubicado en la escalinata del Palacio Provincial, dentro del 2.150 aniversario de la caída de Numancia a manos del Imperio Romano.
Un acto al que han acudido los responsables de las distintas administraciones públicas con sede en la ciudad y que estaba encabezado por el alcalde, Carlos Martínez Mínguez, cuyo Consistorio, junto a la empresa Gas Natural, ha sido el precursor de este encendido, precisamente en un 23 de agosto. Se trata del mismo en el que Roma declaraba la jornada, en el año 153 a. de C., como ‘Día nefasto’ tras las derrotas sufridas por las legiones imperiales y que habían sido infringidas por los celtíberos garreños y por otros pueblos de la antigua Hispania.
En lo que es “un paso más” dentro de la efeméride Numancia 2017, el regidor capitalino ha querido agradecer a la empresa gasística la apuesta hecha para materializar esta iniciativa –con una inversión que supera los 4.000 euros-, si bien se ha mostrado reivindicativo en los reconocimientos hacia la gesta numantina.
Así, ha exigido la necesidad de constituir, de manera “oficial y formal” la Comisión Nacional sobre Numancia. “Hora es ya” ha dicho Martínez, para convocar una reunión de este órgano y con ello “generar una impronta” en el desarrollo de actividades, no solo para este año sino también para ejercicios venideros.
“Necesitamos echar a andar”, ha añadido el alcalde, quien ha indicado también que en el Consistorio se han formulado diversas peticiones al Ministerio de Cultura para formalizar encuentros entre las partes implicadas. En este punto ha instado a que sea el mes de septiembre para iniciar las conversaciones para cooperar con el Gobierno central en la efeméride, ya que la Junta “está cumpliendo” en la programación prevista.
Por su parte, el presidente de la Diputación, Luis Rey, se ha felicitado por “el lujo” que supone el poder contribuir con este acto a la efeméride Numancia 2017, en lo que es “un símbolo más de lo que representa Numancia para esta provincia”.
Rey ha subrayado además que el encendido era algo “imprescindible” y que el pebetero “lo estaba pidiendo” y al igual que Martínez, ha urgido al establecimiento de la mencionada comisión para difundir a “todo el país” la gesta de “libertad y resistencia del pueblo numantino”.
La llama estará encendida durante al menos, un año y será más visible por la noche, con lo que se añadirá un valor añadido a esta zona capitalina de gran valor monumental.
El pebetero del murete numantino es la última actuación enmarcada en la reordenación del atrio de la Diputación provincial llevada a cabo durante el año 1972 y que se formalizó en el Pleno de la corporación provincial celebrado 29-abril-1972 al adjudicarse de manera definitiva las obras de acondicionamiento del atrio del Palacio Provincial al contratista don Vicente Valero Ruiz. La certificación nº 1 de tales obras tuvo lugar en el pleno del 28-julio-1972.
Lo más destacable fue la incorporación de ocho estatuas de bronce adjudicadas en el pleno del 23 de enero de 1970 al escultor Federico Coullaut Valera por 1.950.000 pesetas que representan a personajes históricos de relieve para la provincia soriana.
Miguel Moreno y Moreno informaba en la Revista de Soria nº 18 de la segunda mitad de 1972 que “amén de instalar las ocho figuras, se ha construido también lo que deberá llamarse un pequeño complejo de arquitectura alegórica dedicado a Numancia, que además del murallón de granito, y en su plano inclinado la leyenda “Numancia”, va a llevar, según tengo informes… un pebetero y su antorcha… como representación alegórica del “Antes muertos que vencidos” de la inmortal lección de Numancia.., una gesta de honor y de heroísmo”. Por tanto el pebetero debió colocarse muy probablemente a finales de 1972. Lo forjaron, en hierro, Antonio Atienza Garrido y Juan Manuel Jiménez Ciria, que también le dieron una tonalidad ferruginosa de antigüedad a las letras “Numancia”.
Curiosamente el otro pebetero más importante de la provincia, el situado frente al Arco Romano de Medinaceli se construyó para ser encendido por el olímpico soriano José Luis Calvo Álvarez durante el paso de la Antorcha Olímpica de 1968, que había salido de Olimpia precisamente el 23 de agosto, y que iluminó el pebetero medinense el 3 de septiembre de ese año.
La primera Guerra Celtíbera (181-179 a.C.) se zanja con la derrota de belos y tittos ante Tiberio Sempronio Graco en el entorno del Moncayo y el tratado de paz que tuvieron que firmar los celtíberos derrotados, tratado que será transgredido en parte al ampliar su fortificación Segeda (El Poyo de Mata, Zaragoza) y que servirá de excusa a Roma para enviar al cónsul Fulvio Nobilior con 30.000 hombres, para lo cual tuvo que adelantar el inicio del año desde el 15 de marzo al 1 de enero (modificación en el calendario romano que se mantuvo para siempre) para poder estar en tierras celtibéricas en el verano del 153 a.C.
Los belos segedenses buscaron cobijo en Numancia, que les acogió respetando así los pactos de hospitalidad y, bajo el mando conjunto del segedense Caros, se coaligaron y sorprendieron a las tropas romanas cerca de Numancia causando seis mil bajas según narra Apiano. Aquel día era 23 de agosto, festividad de Vulcania en Roma que honraba así a Vulcano, dios del fuego, y el impacto de la derrota fue sentida hondamente en Roma hasta el punto de declarar la Vulcanalia como día nefasto. Se guardó luto en Roma durante una semana y se prohibió que se combatiese en tal fecha en años venideros por ser un día desgraciado para la República Romana, pese a que los celtíberos perdieron ese día otros seis mil guerreros, incluido el caudillo Caro. Además, tres días después, y esta vez bajo las murallas de Numancia, tuvo lugar otra batalla que fue también aciaga para Nobilior ya que los diez elefantes con los que pensaba destruir las murallas se volvieron contra sus propias tropas causando una masacre y los 500 caballos númidas auxiliares enviados desde África no consiguieron tampoco imponerse. El resultado de esta segunda confrontación bélica fue de cuatro mil romanos muertos y dos mil celtíberos caídos, según Apiano.
En la declaración de la Vulcania como día nefasto para la guerra tuvo que ver, muy seguramente, la afrenta que suponían las dos humillantes derrotas durante unas festividades dedicadas a Vulcano, el dios que en su fragua en la isla Vulcania, próxima a Sicilia, había forjado las armas emblemáticas de buena parte de los dioses del panteón romano (Júpiter, Neptuno, Apolo, etc.) y que, además, había sido el herrero armero del mismísimo Eneas, el padre de Rómulo y Remo, los fundadores de Roma. El armamento que recibió Eneas de Vulcano lo conformaba un casco con penacho, espada, coraza de bronce, grebas de oro y plata, lanza y broquel, este último grabado con hechos futuros sobre el esplendor de Roma, según relataría posteriormente Virgilio en ‘La Eneida’.