El embalse de la Cuerda del Pozo se sitúa en el 28.8% de su capacidad en uno de los años más secos que se recuerdan en la cuenca del Duero.
2017 está siendo uno de los 3 años con menos número de precipitaciones desde que se guardan registros históricos. Y la sequía de este año está afectando a zonas poco acostumbradas a este fenómeno como lo es la cuenca del Duero.
Con esa premisa no es de extrañar que el embalse de La Muedra se encuentre en uno de sus mínimos históricos con solo 71,731 hectómetros cúbicos (sobre 249 hm3) dato que supone un 28.83% de su capacidad. Para hacernos una idea de lo que supone este dato y de las dificultades de abastecimiento que puede acarrear, el año pasado en estas épocas la ocupación era del 65,3% y la media de los últimos 10 es del 58,7% (más de la mitad del agua actualmente embalsada).
El bajo nivel de las aguas despierta enorme curiosidad tanto para los turistas como para los vecinos y deja al descubierto algunos de los secretos del Pantano. La situación permite acercarse de forma inusual a la torre del campanario de La Muedra, el pueblo soriano sumergido bajo las aguas del embalse. Las calles y los restos de las viviendas del pueblo son hoy visibles, 75 años después de su inundación para construir el pantano.
Otro de los puntos de atracción es el antiguo puente romano de Vinuesa, donde se puede ver el curso del río Duero que apenas necesita uno de los ojos de la decadente construcción para atravesarla, convertido en poco más que un hilo de agua. Los vecinos continúan pidiendo a la Confederación Hidrográfica del Duero y la Junta de Castilla y León una solución para evitar su desaparición total. Su recogida de firmas está ya cercana a las 3.500.