Artículo de opinión de Alfredo Vallejo.
Estamos viviendo en nuestra sociedad unos tiempos de desasosiego político de alta intensidad. Teníamos una especie de certeza de que la transición había quedado atrás; de que la historia calamitosa de nuestra España era cosa del pasado. Que por fin éramos ya una sociedad adulta instalada en la sensatez democrática. Por fin.
Y mira por donde tenemos que hacer frente de nuevo a “una asignatura pendiente” que hemos heredado de un pasado poco inteligente, donde la heridas se “cerraban en falso” para reaparecer una y otra vez.
Hoy España es una sociedad moderna y próspera; instalada en una democracia real, con una clase media culta y bien estructurada; con un tejido productivo muy sólido; con unas instituciones de solvencia. Una sociedad en la que la inmensa mayoría tiene mucho que perder. En que por primera vez el estado de bienestar (por mucho que se cacaree en contra) nos ampara a todos.
Hoy estamos en condiciones de terminar de “desollar la liebre”. Liebre que ha resistido con tozudez. En el fondo de todo esto hay un pasado histórico mal resuelto y una ley sicológica permanente.
En lo histórico España se ha ido gestando de forma problemática y poco pragmática a lo largo de los siglos; hoy hay que salir al paso de esta realidad y, a la sombra de Europa, por fin poner las cosas en su justo punto. Respecto a lo sicológico, el egoísmo humano es ciego y construye el futuro sin amplitud de miras. Sólo los hermanos más ricos (o que se creen tales) tienden a quererse separar de los más pobres, sin darse cuenta que “en casa dividida todo es desventaja”.
Históricamente y por primera vez estamos capacitados para superar viejos atropellos. La transición se va a poder completar de forma satisfactoria.