CASTILLA Y LEóN
Actualizado 27/11/2017 12:59:39

El estudio ‘Riesgo de enfermedad cardiovascular en Castilla y León’ analiza la evolución de 2004 hasta 2014. Se ha elaborado con una de las muestras poblacionales representativas de una comunidad autónoma más amplia y de más complejo diseño y precisión de las realizadas en España hasta ahora.

El conjunto de enfermedades del sistema circulatorio ocupa la primera causa de mortalidad en Castilla y León, con un 29,8 % de todas las defunciones. Por ello, desde la Consejería de Sanidad se ha priorizado la toma de medidas de prevención y tratamiento de estas enfermedades, teniendo en cuenta además las características poblacionales de la Comunidad; entre estas medidas, destaca el estudio ‘Riesgo de enfermedad cardiovascular en Castilla y León’, realizado para estimar la prevalencia de los factores de riesgo en la población y describir las características epidemiológicas de los afectados.

Para realizar este estudio se ha estudiado la morbilidad y mortalidad a 10 años –de 2004 hasta 2014- de la población de la muestra, con el objetivo de ajustar los modelos de riesgo utilizados por los profesionales, y se han investigado las relaciones entre los distintos factores de riesgo y la presencia de factores emergentes y biomarcadores de riesgo.

Muestra con 4.000 personas

Para ello, en 2004 se contó con una muestra aleatoria de 4.013 personas, todas ellas mayores de 15 años, distribuidas de manera homogénea entre las 11 áreas de salud. El examen de salud fue realizado por los equipos de Atención Primaria y consistió en una valoración de los antecedentes médicos, una exploración clínica y una serie de análisis bioquímicos y hematológicos en una muestra de sangre.

En 2009 se volvió a contactar con las personas de la muestra original para conocer la evolución de los factores de riesgo cardiovascular a los cinco años y se les realizó un segundo examen de salud y análisis clínicos de sangre y orina. En conjunto, se obtuvo información de más del 80 % de la población inicial de 2004. Y ya en 2014 se repitió una vez más el examen de salud y la analítica a 3.350 personas que permanecían en situación de alta en la tarjeta sanitaria de Sacyl.

Además, para iniciar el estudio se contó con la participación de más de 500 profesionales, se realizaron y revisaron más de 2.000 electrocardiogramas y se almacenaron para las siguientes fases de la investigación más de 20.000 tubos con muestras biológicas de las personas encuestadas; una parte de estas muestras se encuentran depositadas en el Banco nacional de A.D.N. para su contribución a la investigación sobre enfermedades cardiológicas. En 2009 colaboraron más de 1.000 profesionales, mientras que en 2014 se contó con la colaboración de 750 médicos de familia y 600 profesionales de Enfermería, además del personal de laboratorio y técnicos de coordinación de las diferentes áreas de salud.

Resultados

El resultado de este estudio ha sido que en Castilla y León el riesgo cardiovascular global es moderado, en línea con el área mediterránea. Para llegar a ello se analizaron seis variables: la presión arterial; la diabetes mellitus y trastornos de la regulación de la glucosa; las lipoproteínas –colesterol total, colesterol LDL, colesterol HDL y triglicéridos-; el hábito de fumar y consumo de cigarrillos; el sobrepeso y la obesidad, y el síndrome metabólico

En este sentido, y desglosando estos resultados, se ha observado que mientras en 2004 la prevalencia de hipertensos en la cohorte estudiada era del 41,09 %, en 2014 se había incrementado hasta el 55,66 %. Su máximo aumento se da entre las personas con edades comprendidas entre los 45 y 59 años, que se incrementa en más de 20 puntos porcentuales –pasa de un 30,50 % a un 54,82 % en el caso de las edades comprendidas entre los 45 y los 49 años; de un 38,97 % a un 64,38 % para la cohorte de edad de entre los 50 y los 54 años, y de 50,87 % a 73,68 % para las personas con edades entre los 55 y los 59 años-. La incidencia fue más elevada en hombres que en mujeres y más alta en las zonas rurales que en las urbanas y semiurbanas.

También ha aumentado la prevalencia de la diabetes mellitus en estos 10 años de seguimiento de la cohorte. Así, mientras en 2004, el 9,89 % de los encuestados eran diabéticos, en 2014 este porcentaje ascendía hasta el 15,62 %. En el caso de los varones se pasó de un 10,98 % a un 17,67 %, mientras que en el de las mujeres pasó de un 8,90 % a un 13,94 %. En la población estudiada en 2014 había un 7,76 % de nuevos diagnósticos -218 de un total de 2.810-.

Por otro lado, el número de personas con hipercolesterolemia de la cohorte ha pasado a lo largo de los diez años estudiados de un 29,73 % a un 49,96 %, es decir, un aumento de 20 puntos porcentuales. El 19,68 % de los casos, es decir, 553 de un total de 2.810 estudios, eran nuevos diagnósticos en 2014, mientras que un 30,28 % eran ya hipercolesterolémicos conocidos en el año 2004.

Destacan en estos tres primeros parámetros analizados el aumento que se produce entre los menores de 40 años durante la década estudiada. Así, en el caso de la hipertensión se pasa de un 5,90 % a un 15,34 % en las edades comprendidas entre los 15 y los 34 años, y de un 16,19 % a un 31,71 % para los que tenían entre 35 y 39 años. Entre los diabéticos, el porcentaje se incrementa desde un 1,26 % hasta un 3,61 % para la cohorte de edad de entre los 15 y los 39 años. Y en el caso de la hipercolesterolemia, el ascenso es también llamativo, pues se pasa de un 7,54 % a un 23,29 % para los que contaban con edades entre los 15 y los 34 años, y de un 18,18 % a un 35,07 % para aquellos que tenían entre 35 y 39 años.

Los fumadores bajan cuatro puntos

El número de fumadores, sin embargo, ha disminuido en más de cuatro puntos porcentuales a lo largo de la década. Si en 2004 el 23,62 % de la población era fumadora, en el año 2014 este porcentaje se quedaba en el 19,36 %. En el caso de los hombres se ha pasado de un 28,76 % a un 21,83 % y en el de las mujeres la disminución ha sido menor, pues se reduce de un 18,89 % a un 17,34 %. El consumo de cigarrillos entre los fumadores también ha bajado durante estos años, pues se ha reducido a más de la mitad la proporción de grandes fumadores –los que consumen más de un paquete al día-, que pasan de un 14,67 % en 2004 a un 6,70 % en 2014.

Otra de las variables analizadas ha sido la obesidad y el sobrepeso. Las personas obesas –con un índice de masa corporal superior a 30- han pasado de ser el 22,99 % en 2004 a un 27,62 % en 2014, con un incremento de cerca de 4,6 puntos porcentuales. Solamente se observa una disminución en la cohorte de edad comprendida entre los 70 y los 74 años. Además, el 21,36 % de las personas que en 2004 tenían sobrepeso, en 2014 tenían obesidad.

Por último, se analizó la evolución de la prevalencia de personas con Síndrome Metabólico, aquellos con mayor riesgo cardiovascular. La proporción se mantiene prácticamente invariable, pues se pasa del 16,08 % en 2004 al 16,63 % en el año 2014. Destaca que esta prevalencia llega a duplicarse en el caso de los menores de 35 años, ya que pasan de un 1,27 % a un 5,02 % en el grupo de edad entre 15 y 24 años y de un 4,78 % a un 8,64 % entre los de edades comprendidas entre los 25 y los 34 años.

Cabe concluir que en la cohorte de estudio se han incrementado los factores de riesgo cardiovascular. Este aumento es paralelo al de la morbilidad y las tasas de hospitalización. Sin embargo, en los últimos años, de forma paradójica, se constata un importante descenso de las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, especialmente en los últimos 15 años. Esta tasa se ha reducido en los últimos 25 años en un 55 % en hombres y en un 59 % en mujeres. En la actualidad, la tasa ajustada de mortalidad por enfermedades cardiovasculares es en Castilla y León 108,1 por 100.000 habitantes, un 11,6 % inferior a la media nacional (122,4).

Pese a una mayor exposición a los factores de riesgo, este descenso de la mortalidad se explica como consecuencia de una mejora de los tratamientos. Las mejoras en la asistencia sanitaria -desarrollo de la cardiología, anticoagulación o hemodinámica, entre otras- han frenado la mortalidad por estas patologías. Algunos expertos consideran que esta reducción de la mortalidad no podrá mantenerse si no somos capaces de actuar sobre los factores de riesgo y especialmente sobre los estilos de vida de las personas.

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