Artículo de opinión de Roberto Vega.
Como Whitman Dylan, creo en la heroicidad sobre la pradera seca del Monte: montar el circuito, correr por una bolsa de gusanitos y un botellín de agua…
¿Qué misterio oculta el Campo a Través para los atletas?: tradición, emular a los mejores, poder difundir una organización sobresaliente… Yo sé otro: que nace en las laboriosas extraescolares del colegio. Whitman guarda unas fotos, de cuando el supermercado Leclerc vino a Soria, donde se retratan siete personalidades distintas en formación: alguna con talento, otras ya entrenaban en club, ninguna alcanzaría la gloria.
Junto a Dylan y Actividades Formativas la escuela atlética de La Arboleda trabaja en el Sotoplaya con veinte atletas desde septiembre, mientras llega Valonsadero ese magno cross que compite contra el fútbol mañanero (Nástic). Aunque aquí no ha llovido el invierno es bajo cero, una luz pequeñita para entrenar por la tarde, toneladas de ganas para trabajar coordinadamente al grupo y serenidad.
Un vigente Abel Antón volvió, a nuestra invitación, a las profundidades esenciales de una hora bien aprovechada para afrontar la competición dominical. Sólo nos contempla el cielo arbolado. Pero, en un Valonsadero siempre exigente y poco multitudinario, completamos la sesión: que hay que aprender a dominar la angustia, que una caída nos destroza las esperanzas, que una compañera consigue la victoria absoluta en sub10, “que son todos los que vienen, pero no vienen todos los que son”.