Un artículo de opinión de María José Fuentes.
Como no puede ser de otra manera, llegados estos días toca hacer reflexión sobre el año que acaba y hacer propósitos para el que comienza. Imagino que este 2017 habrá sido un año con momentos buenos y otros menos buenos, puede incluso que hayamos tenido algún episodio horribilis, como la pérdida de un ser querido. En mi caso mis tías Josefa y Camila Fuentes, la primera fallecida tras ese emotivo homenaje que el día 8 de marzo le tributó el Consejo Municipal de la Mujer; y la segunda después de haber asistido orgullosa al mismo. Para el recuerdo familiar queda este momento como quizás el mejor día de este 2017, junto con otros pocos que me reservo. El peor, también me lo reservo.
2018 se presenta ilusionante, con mucho trabajo por hacer y sueños por cumplir. Como de fumar ya dejé y a las cañas con mis amigos no pienso renunciar, me centraré en procurar hacer lo que ha sugerido Arguiñano hoy mientras preparaba su menú diario: ser mejor persona, ahí es nada. Recojo el guante y voy a procurar aplicármelo, o mejor, lanzo su propuesta para que lo intentemos todos, aunque haya momentos en la vida que consigan sacar lo peor de cada uno. Al final, parece que la raza humana no consigue aprender y las buenas intenciones acaban quedando en eso, intenciones. Lo dicho, vamos a ver qué tal nos va saliendo la receta de Arguiñano, poniendo un mucho de paciencia aderezado con una pizca de buen humor y veremos que probablemente, salvo la muerte, lo demás será menos grave tratando de ser buena gente. Para no ponernos trágicos, pedir para todos lo de siempre, salud, dinero y amor para este año. No queda más que desear un feliz y próspero 2018 a sorianos y forasteros, como dice la canción.