Fiscalía de Valladolid solicita una pena global de diez años de prisión para un varón de nacionalidad venezolana y española, Luis Miguel G.R, acusado de asaltar en octubre de 2011 a punta de pistola a un hombre en la capital vallisoletana, robarle sus pertenencias y también su propio vehículo, en cuyo maletero le introdujo y transportó hasta la localidad madrileña de Alcobendas.
Eropa Press. La acusación pública entiende que los hechos son constitutivos de un delito de robo con violencia y uso de arma y otro de detención ilegal, de forma que solicita para el procesado sendas condenas de cinco años de prisión, con la particularidad de que propone la ejecución de dos tercios de las mismas y la sustitución del resto por su expulsión de España a su país de origen, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
El banquillo lo ocupará únicamente este viernes, 26 de enero, en la Audiencia de Valladolid el citado individuo, y ello a pesar de que los hechos los cometió, presuntamente, junto con otra persona mayor de edad que se halla en paradero desconocido y en compañía de otros dos menores.
Los hechos atribuidos al encausado se remontan a las 00.15 horas del día 22 de octubre de 2011, fecha en la que Luis Miguel G.R, junto con los otros tres citados, abordó a la víctima, F.J.G.M, cuando ésta se disponía a coger su coche, un BMW 320, que se hallaba aparcado en la calle José Cantalapiedra de Valladolid, cerca del Polideportivo Huerta del Rey.
En su relato, el acusador público mantiene que el procesado colocó la pistola en la cabeza de la víctima y le obligó a que se introdujera en el maletero del coche, para lo que, supuestamente, contó con la ayuda de sus cómplices, que cogieron a F.J.G.M. por los brazos y las piernas.
Una vez dentro, le exigieron que les entregara todo lo que llevaba (la cartera, el DNI, el permiso de conducir, cuatro tarjetas de crédito, la tarjeta sanitaria, 50 euros, las gafas de sol, un teléfono móvil, un reloj de pulsera y las llaves de su casa, el trabajo y el vehículo), al tiempo que le pidieron los números PIN de las tarjetas, bajo amenaza de muerte de no atender a sus requerimientos.
Los gritos de auxilio de la víctima no evitaron que sus captores le condujeran por distintas calles de la capital, trayecto en el que volvieron a conminarle bajo amenaza de muerte a tiros o arrojándole a un pantano para que les facilitara el PIN de las tarjetas arrebatadas.
La víctima continuó dentro del maletero hasta que el turismo llegó a la localidad madrileña de Alcobendas, donde se apearon sus cuatro captores, no sin antes advertirle de que si hacía ruido le pegaban un tiro. Sin embargo, pasados cinco minutos, J.G.M, se percató de que se encontraba solo y por eso, tras empujar con la cabeza el asiento trasero del coche, logró acceder hasta el habitáculo, recuperar su libertad y salir corriendo por la carretera para pedir ayuda a dos jóvenes que se encontró.
Con posterioridad, el procesado regresó al vehículo y se desplazó con él hasta Madrid, donde lo dejó abandonado en la calle Nuestra Señora de Fátima. El turismo fue recuperado al día siguiente, no así la práctica totalidad de los efectos robados de la víctima, a excepción únicamente de las gafas de sol.