El artículo de opinión de Carlos Lafuente, empleado público y contertulio.
Ya han pasado los carnavales, y este año no hemos sabido muy bien si estábamos celebrando el día de los enamorados o el miércoles de ceniza. A ratos. A barrios.
Lo que si observé es el frío jueves Lardero como los jóvenes, fieles a la tradición, marcharon a los campos a comerse el chorizo y el huevo.
Me interesé por las aficiones y cuáles eran sus actividades de ocio los días de fiesta. Y no me gustó nada lo que descubrí.
Un domingo con frío aterrador, ¿dónde puede pasarlo un adolescente? Mal lo tiene. El Espacio Joven de García Solier está cerrado. Igualmente se encontrará cerrado el Centro Béquer. Ya no existen las salas de recreativos de nuestros tiempos, que nos cobijaban en esos días jugando al furbolín, a las “petaco”, o apostándonos un cigarro al villar para fumarlo luego a escondidas.
Ahora están los centros comerciales, pero un atento guardia de seguridad se lo impide en el Centro Espolón 10. Otra opción eran los bajos del nuevo mercado municipal, en la zona de acceso a Simply. Recientemente otro guardia de seguridad del supermercado también se lo impide.
La opción que existe actualmente y que sospechan que pronto les impedirán son las entradas al parkin de Mariano Granados.
No es de extrañar por tanto la proliferación de localotes sin control, con el riesgo de consumos de alcohol u otros no deseados.
Deberíamos escuchar más a nuestros adolescentes. Y es que todo político que se precie ha hecho cursos de retórica y aprender a hablar. Pero casi ninguno ha hecho un curso de aprender a escuchar. ¿O no?