Artículo de opinión de Roberto Vega, entrenador de base, en Soria Noticias.
Los atletas de Whitman Dylan le devolvieron al Coliseo provincial. Una resbaladiza capa de nieve helada nos sorprendió bajo un tímido sol ensalzando las pistas de Los Pajaritos y lo que significan: trayectoria de tres décadas. Allí, presa de la emoción, en graderío de aspecto enfermizo, el adiestrador de atletas da gracias por regresar con gladiadorcillos que pasan el Rubicón del campo a través a la pista sintética sin darse cuenta.
Cuando en el ambiente atlético existen estamentos, organizaciones y comisiones provinciales será por algo. Cuando se produce sintonía y coordinación el resultado es próspero. Pero, ¿y si la perfección no existiera? ¿Y si se percibiera una coordinación débil entre quienes dan vida al Coliseo atlético provincial, juegos escolares tras juegos escolares? ¿Por qué somos testigos de incidentes que se repiten con las inscripciones? ¿No hay manera humana y técnica de hacer públicas las clasificaciones en menos de setenta y dos horas? ¿Se puede invertir presupuesto en una megafonía con garantías para todo el espectáculo atlético que vendrá? ¿Se repetirá en las próximas jornadas la captación de voluntarios para echar una mano en determinados concursos?
Nos contemplan tres irreemplazables décadas. El entrenador regresa. Los gladiadorcillos o espabilan, o se pide al público que aplauda para que puedan llegar al menos dignamente a meta. Si el Coliseo sigue, será porque todos invertimos horas incontables de trabajo.