Nada en demasía

Una de las pérdidas más lamentables que estamos sufriendo en el mundo actual, especialmente en lo que hemos venido en llamar Occidente, es el olvido de la Clasicidad grecorromana.

Grecia y Roma son el cimiento de Europa. Sacaron al mundo del nivel tribu y le dieron la libertad y el cimiento de la ley.
Estamos viviendo a nivel planetario un tiempo ambiguo y de desconcierto. Por una parte estamos consiguiendo un desarrollo material que “ahuyenta” de nuestras vidas el hambre, la enfermedad, la pobreza, el dolor físico… Las grandes desdichas físicas que siempre nos habían afectado.

Por otra, seguimos postrados en las zonas oscuras donde nuestras vidas se malogran en una falta de mesura, de sabiduría, de libertad real, de sosiego. A nivel ético y moral parece que nuestro progreso ha sido raquítico y miserable.

Y uno de los fantasmas más notorios que nos amenazan en la actualidad, tanto a nivel social como de individuo, es el exceso. Exceso en todo. Exceso de información. Exceso de opinión; exceso de estupidez galopando en redes y foros de opinión.

Ya no existe verdad alguna; todo es opinión y todos opinando. Siete mil millones opinando; de todo, aunque en la mayoría de los casos no tengamos información alguna. Vociferando en calles, en aulas, en familias, en bares, en concejas. De noche, de día y entre medio. Exceso desaforado de estulticia, sin pudor alguno, sin mesura alguna.

En el frontispicio del templo de Apolo (dios griego de la sabiduría), esculpidas en piedra, se podían leer estas dos advertencias máximas: “Nada en demasía” y “Conócete a ti mismo”.

Hay que aprender de nuevo a leer.