Uno de los dos clubes, ambos se medirán esta tarde (18:30 horas) en San Juan de Garray, alzará por primera vez en su historia el galardón provincial. Dos estilos, totalmente diferentes, enmarcados en el “fútbol puro”.
El fútbol más humilde de Soria, sitúense en La Provincial, muestra una final inédita en la Copa Diputación 2018: Calasanz-Sampedrana, que tendrá lugar esta tarde, en San Juan de Garray (18:30 horas). Esa finalísima pionera en el núcleo soriano permitirá que alguno de los dos conjuntos que presenta batalla alce su primera Copa Diputación. El palmarés del trofeo inscribirá el nombre de un nuevo campeón.
Un pulso. Antonio Fernández, técnico del Calasanz, y Mario Martínez, entrenador-jugador de la Sampedrana, cara a cara en un análisis amable y exhaustivo sobre un hecho nunca antes probado. Histórico. “Para nosotros es algo muy bonito. Esta Copa es especial. Allí en Garray, con el ambiente que imagino que habrá, va a ser una experiencia preciosa, gane quien gane la final”, valora Fernández. En la otra orilla, “un punto y aparte” para la Sampedrana, que refundó el equipo hace cinco años. “Colocar en la final a un pueblo como San Pedro Manrique, con unos 500 habitantes, y a 12 jugadores de allá es un premio. Lo titulamos como la ilusión de un pueblo. Pasará lo que tenga que pasar”, expresa Martínez, quien vivirá la final desde la portería, aunque dando órdenes, pues es también el entrenador de la Sampedrana. “Un caso extraño”, considera el que también es entrenador en la cantera del Numancia. Fernández, por su parte, se muestra contento por “el compromiso adquirido” por el Calasanz. Situaciones plácidas las que se dibujan en ambos bloques, pues la Sampedrana tampoco ha pasado agobios a la hora de establecer una trayectoria tranquila en La Provincial. “La gran victoria es contar con 17-18 jugadores que entrenan unos tres días por semana”. Conformismo humilde de dos clubes. Uno, la Sampedrana, ha sufrido una reestructuración hace un lustro y el otro, el Calasanz, ha ascendido a su Juvenil a la Liga Nacional y mastica una gran temporada.
La Copa Diputación, dentro de un balompié con pocas pretensiones, “es el fútbol de verdad, el puro”, analiza Fernández, que manifiesta que en esta categoría sencilla a los jugadores “les cuesta dinero jugar”. La gracia de jugar en un contexto modesto es “disfrutar con un grupo de amigos, la cuadrilla del pueblo, que ha juntado diferentes generaciones”, narra Martínez. El fútbol de vivencias personales; el fútbol de compartir.
“Llegar a la final es casi una victoria”, explica Fernández. “Le dije al equipo, después de eliminar al Arcos en semifinales, que disfrutaran de las semanas previas a la final yendo al bar del pueblo y hablando de ésta”, detalla el entrenador-jugador de la Sampedrana. Dos formas de empezar a calentar motores. Martínez otorga la etiqueta de favorito al Calasanz: “Ellos saben gestionar mejor este tipo de partidos. Nosotros tenemos la ilusión extra de poder ganar a uno de los cocos de la categoría”, expresa al respecto de un Calasanz que tiene una base de cantera más sólida.
Cada equipo es un mundo, pero es que el Calasanz y la Sampedrana son polos opuestos. “Nos enfrentamos dos clubes muy diferentes”, pronostica Fernández antes de la finalísima.
El toque y la posesión del Calasanz contra el repliegue y la rocosidad de la Sampedrana. “Al Calasanz le gusta combinar, ser protagonista, tener la pelota, sacar el balón desde atrás”, define Fernández, quien también sabe cómo juega la Sampedrana. “Tienen un estilo directo. Es capaz de sacar petróleo en acciones a balón parado”, analiza. “Se nos atraganta la Sampedrana”, profundiza Fernández sobre un equipo al que no han podido ganar esta temporada 2017-18. Martínez, por su parte, anticipa que son “un equipo rocoso, al que no le importa que le dominen. Estamos a gusto así”, entona.