La maratoniana tudelana, afincada en Soria, repite podio, esta vez en Guipúzcoa. En unos 10 kilómetros pasados por agua y granizo, la discípula de Abel Antón se colgó la medalla de bronce.
Explícita y concisa: “¡He vuelto!”. Estela Navacués da por zanjada su labor por la puesta a punto. “Yo creo que sí. El hecho de ponerme un dorsal y el hecho de entrar diariamente sin dolor es asegurar que Estela ha vuelto”, cuenta la maratoniana a Soria Noticias. Pero, “sí que es verdad que para alcanzar el nivel al que estaba me toca trabajar y me queda mucho tiempo…”, asegura. A día de hoy, Navascués no tiene “objetivos claros”. Lo que sí que está más claro que el agua, en unos 10 kilómetros en Oñate (Guipúzcoa) pasados por lluvia y granizo, es que la tudelana vuelve a subirse a un podio en poco menos de un mes. Ayer, sábado 2 de junio, fue tercera sobre un asfalto mojado y vasco.
“Sufrí bastante, por la lluvia; cayó granizo”, valora Navascués sobre las siete vueltas que completó en Oñate. “Se me hizo un poco pesado…”, apunta. “Las sensaciones no fueron como en Pamplona, pero la mejoría va en auge. Las cosas van saliendo y estas carreras me vienen bien para coger forma”, puntualiza. En “38’15” paró el cronómetro en Oñate. Sin embargo, “no me fijo en el tiempo real”, matiza.
“Al correr con gente y ponerte dorsal, tiendes a esforzarte un poco más”, analiza Navascués. De Oñate salió “contenta” y empapada. “Paciencia. Poco a poco. Voy por el buen camino”, resume. Querer es poder: “Siempre me he considerado a mí misma una luchadora. Claro que me hubiese gustado volver a ganar, pero debo ser consciente de que todas las carreras no son iguales. Estoy satisfecha”, explica.
El tiempo pasó, Navascués se detuvo durante casi 9 meses y “la gente siguió entrenando”. “El cuerpo me cambió totalmente tras dar a luz. Hay mucho trabajo por delante, pero lo conseguiré”, apuesta la discípula de Abel Antón.