REPORTAJES
Actualizado 29/07/2018 20:44:41
Encarna Muñoz

Concepción Baena Moreno (5 de mayo de 1956, Burgos) es diplomada enfermería y experta en bioética actualmente jubilada y presidenta de Antígona.

P: ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse?
R: Me encanta leer para coger el sueño, no aguanto mucho porque me vence el cansancio pero sí lo tengo por rutina. Normalmente leo en ‘ebook’ porque me permite graduar el tamaño de la letra. Tengo un problema en la vista y, aunque me gusta mucho más el papel, me es más cómodo.

P: Cuando tiene una tarde libre, ¿a qué le gusta dedicarla?
R: A pensar. A estar sola y en silencio. A encontrarme conmigo misma.

P: ¿Libro o película?
R: Libro. Ahora estoy acabando ‘Patria’. Pero también me encanta releer un libro en el que trabajé junto con el doctor Yagüe; ‘Vitamina D. Salud y Vida’. Me sirve para ratificarme en que lo hicimos bastante mejor de lo que nosotros en su día creíamos.

P: Recomiéndeme un libro.
R: Me siento incapaz de recomendar nada a nadie. Me da igual que alguien lea ‘50 sombras de Grey’ o ‘La Biblia’ (que también es un cuento precioso). La libertad para decidir qué es lo que quieres o no leer es impresionante de bonita.

P: ¿Qué música pone cuando se ducha?, ¿Canta?
R: No pongo música porque canto yo. Canto muy mal pero no me corto. Me encanta el flamenquito, la copla y Rocío Jurado. También me gustan los cantantes actuales, pero siempre en español porque me gusta que lo que escucho tenga un sentido. Pero eso sí te digo, he hecho boicot a Marta Sánchez desde que cantó el himno de España. Me parece una auténtica osadía, una barbaridad.

P: ¿Cuál es su palabra favorita?
R: Empatía. Es fundamental para que las personas aprendamos a respetarnos las unas a las otras. Y hace falta muchísima.

P: Animales. ¿Le gustan? ¿Cuál es su favorito?
R: Me encantan. Me parecen los seres más leales que te puedas encontrar. La gratitud que muestran con sus gestos es indescriptible.

P: Si pudiera viajar en el tiempo, ¿iría al pasado o al futuro?.
R: Iría al mañana. No pido más. Iría allí para comprobar que las cosas están cambiando. Porque sí que lo hacen. Yo tengo el cuerpo lleno de marcas que me dejó la policía al correr delante de ellos pidiendo el aborto libre, hace muchísimos años. Ahora puedo pedir aunque me pongan la ley Mordaza en la boca.

P: ¿Cómo era de pequeña?
R: Rebelde. Pero mucho. Vengo de una familia de 14 hermanos y por obligación, para salir adelante, tienes que aprender a sacarte las castañas del fuego.

P: Recuerda algún profesor. ¿Por qué?
R: Me acuerdo de Vicente Ortega, de Ciencias Naturales. Yo iba a colegio de monjas y a primera vista llamaba la atención por el hecho de ser hombre. Cuando le conocí me marcó por su mediocridad, por su poca categoría profesional.

P: ¿Era muy fiestera?
R: Sí, sí, sí. Yo ahora tengo 61 años y todo lo que me ha tocado hacer en la vida lo he hecho. Ahora no bebo ni fumo. Pienso que todo lo que tenía que gastar ya lo he gastado. Soy de esas personas a las que la muerte no les pillaría por sorpresa.

P: ¿Quién ha influido más en su forma de ser?
R: Mis hermanos mayores y mis padres. Ya después, mi pareja. Me ha ayudado muchísimo a mantener los pies en el suelo y no levantarme por encima de nada o de nadie. Me ha ayudado a ver mis errores. No ha podido cambiarme porque sigo siendo una lenguaraz. Mi hija también me ha cambiado. Es mi mayor satisfacción junto con Antígona.

P: ¿Y qué no le enseñó nadie y tuvo que aprenderlo a base de palos?
R: La mitad de las cosas de la vida. Hay determinadas edades en las que no quieres escuchar ni aprender. Con el primer guantazo ya lo aprendes para toda la vida. Es triste, pero no es malo aunque hay veces que las consecuencias son elevadas.

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