Soria, harta, reclama una sanidad digna

Dice Joaquín Alcalde, presidente de El Hueco, en este mismo periódico que el cemento, por sí mismo, no crea puestos de trabajo. Y, tristemente, no le falta razón. ¿Ha cambiado en algo la triste tendencia demográfica de la provincia de Soria la culminación del túnel de Piqueras o de la Autovía a Madrid? Lo cierto es que no. Por ello está muy bien que la terea de reivindicación de infraestructuras, tan necesarias, venga acompañada de un trabajo como el que se hace desde Presura de concienciar a los Sorianos para tener claro que las oportunidades hay que buscarlas, que el discurso pesimista no ayuda en nada y que haríamos bien en ir pensando en cómo salir de esta nosotros solos por si, como la mayoría de las veces en la vida, esa ayuda milagrosa de fuera acaba por no llegar nunca.

Lo que si condiciona palmariamente las posibilidades de vivir en una provincia como Soria es la ausencia de un sistema sanitario en condiciones. La salud es uno de los bienes más sagrados de la sociedad actual y las limitaciones de la asistencia en una región son un factor de peso cuando se presenta la posibilidad de cambiar la residencia. Las administraciones públicas, si de verdad quieren combatir la despoblación, deben garantizar –con las medidas que sean necesarias– un sistema sanitario y educativo de calidad en las regiones de más difícil cobertura. Con el sobrecoste que ello conlleva, sí. Es lo que tiene la igualdad y la solidaridad.

Por eso, por una sanidad digna, miles de sorianos secundaron la convocatoria de la plataforma Soria Ya. Se trata de la mayor movilización ciudadana de la provincia en años y no es de extrañar. En una provincia como Soria no es difícil conocer a alguien que ha visto como su operación de cataratas de trasladaba a Madrid, a alguien a quien le han dicho “te operaríamos ahora mismo pero no tenemos anestesista, vete a casa y ya te llamaremos, o a alguien que trabaja en el Hospital y te reconoce que normalmente solo funciona 1 de los 5 quirófanos disponibles. Conocer a alguien cuando no sufrirlo en carnes propias. Y los sorianos están hartos.