Radicales

“Los radicales de ultraderecha”, como califican un buen número de medios de comunicación y de políticos a los representantes de VOX, que ha irrumpido con fuerza en el Parlamento andaluz, no son más que la contundente respuesta de parte de la sociedad a los representantes radicales de ultraizquierda: los ‘rufianes’ (le va al pelo), los ‘iglesias’, los ‘echeniques’, las ‘monteros’, los ‘junqueras’, las ‘colaus’… Cada vez que uno de estos personajes habla, crea un votante de VOX como mínimo. VOX no es más que el resultado de la alianza de Pedro Sánchez con Podemos, Esquerra, JuntsxCat, la CUP y esa amalgama de ultraizquierdistas que pegan fuego a Cádiz, bajo consignas del 36 como el “no pasarán”. ¡Qué miedo!

Que nadie piense que simpatizo con VOX, la sola mención de su pretendida Ley de violencia intrafamiliar, como si todos los días aparecieran hombres muertos a manos de sus mujeres y no a la inversa, la negación de esa pandemia que es el asesinato casi a diario de una mujer, me pone los pelos como escarpias. Pero negar la propia existencia de los unos como respuesta a los otros, es también no querer ver la evidencia. Nunca los extremos fueron buenos, y mucho menos en política. Cada vez que un fantoche como Dani Mateo se limpia los mocos con la bandera, y sale uno de estos de ultraizquierda diciéndonos que no tenemos sentido del humor y que somos unos fachas, crea un votante de VOX. Cada vez de Willy Toledo sale diciendo lo más grande de Dios y la Virgen María, y uno de estos ‘demócratas’ nos dice que no respetamos la libertad de expresión, que qué fachas somos, nace un votante de VOX. Y esto es la anécdota, profundizar llevaría mucho más de los 1.500 caracteres que me permite el editor.