El Matador de Toros afirma que "a la persona que pide que no toree en Soria yo no la puedo perdonar" en una de sus entrevistas más íntimas a la que se somete por parte de este medio de comunicación.
Pregunta: ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse?
Respuesta: Por lo general mirar las noticias taurinas del día.
P: Cuando tiene una tarde libre, ¿a qué le gusta dedicarla?
R: Me gusta ir a andar y si hace malo ver una película.
P: Recomiéndeme una película.
R: Aunque suene raro..., cualquier comedia romántica. De Julia Roberts y de Meg Ryan cualquiera.
P: ¿Qué música pone cuando se ducha?, ¿Canta?
R: Flamenco. Ahí no rompo moldes. Cantar, canto mal, pero no en la ducha necesariamente. Más en el coche o con amigos.
P: ¿Cuál es su palabra favorita?
R: Sentimiento. El sentimiento es lo que nos impulsa a todo lo que hacemos. El sentimiento es alegría, es tristeza, dolor, sufrimiento, pasión... es el estado de ánimo más interno.
P: Si pudiera viajar en el tiempo, ¿iría al pasado o al futuro?
R: Al pasado. Me gustaría viajar a los 20 por ver a Joselito y a Juan Belmonte. Y también me gustaría conocer la Edad Media, también por el mundo del toro. Ahí fue cuando los señores feudales comenzaron a hacer fiestas taurinas. Me motivaría verlo y ver cómo lo celebraban, a ver si es verdad todo lo que he leído. Al final, en mi vida todo gira en torno al toro.
P: ¿Cómo era en el colegio?
R: Yo fui a las Pedrizas. Estudiante no, pero revoltoso tampoco. Era un chico normal, movido. Era bastante más extrovertido, más abierto y siempre alegre. Me fastidia dar esa imagen de seriedad. Echo de menos el ser más abierto.
De esa época me marcaron todos mis profesores y mis compañeros. No hablo con ellos pero es gente de la que me acuerdo mucho, y a la que echo de menos. Hasta de Pablo Iglesias, aunque sea antitaurino. El recuerdo que tengo de él es muy normal, tenía bastante desparpajo para hablar. Aunque no les vea ni hable con ellos, creo que no he olvidado a ningún compañero. Cuando estoy mal y me busco a mí mismo uno de los sitios donde se me puede ver es en el patio de Las Pedrizas.
P: ¿Era muy fiestero?
R: No. En esa época debuté con caballos y se me empezó a poner todo muy difícil. Pasé por la anorexia y digamos que me encerré y perdí el contacto con mucha gente. Aquello vino de la incomprensión hacia mi toreo, que aunque se ha hecho más patente en los últimos años, yo la he sentido siempre.
Soria es un sitio con mucha y muy buena afición, pero el concepto del toreo es otro al que yo tengo. Eso hacía que me sintiera muy querido como persona pero incomprendido como torero. A la persona, al soriano, al amigo, al hijo de Vicente el peluquero la gente le quiere, pero al torero no se le comprende. Y claro, para la gente los toros es una afición, pero para mi es mi vida. Digamos que el otro torero que ha habido en Soria era un torero muy capaz, banderillero, buen matador, le daba igual cualquier corrida de toros…, y yo soy un torero de corte artística, necesito un toro muy específico, sentir cariño, sentirme comprendido…
P: ¿Quién es la persona que más ha influido en tu forma de ser?
R: Sin duda mi madre. Me enseñó a respetar a los demás, y a intentar comprender hasta a quien te hace daño. Pero no somos Dios para perdonar a todo el mundo. Hay gente que se permite hacerte daño. A la persona que dice que yo no toree en Soria yo no la puedo perdonar. No me está quitando una corrida de toros, a mí me han quitado la corrida de toros de mi vida. Llevo 3 años sin torear porque no toreo en Soria.
P: Dígame, ¿de qué se siente más orgulloso?
R: Llegar a ser matador de toros, que parecía un milagro. Y que Julio Aparicio, que es el torero que más he admirado, en su día, me haya tratado como uno de ellos.
P: Y una espinita clavada...
R: No conseguir que la afición soriana y José Luís Palomar confiaran en mi.