El equipo Lego del IES Machado. Carmen de Vicente
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REPORTAJES
Actualizado 22/03/2019 20:37:18
Encarna Muñoz

El equipo del Instituto Antonio Machado lo ha vuelto a conseguir. Sus integrantes, jóvenes entre los 12 y los 16 años, han reivindicado su lugar entre los mejores de España y volverán a estar en la final de la First Lego League que se celebra entre este fin de semana en Canarias. La experiencia en el trabajo, los valores compartidos pero, sobre todo el esfuerzo y una excelente idea, les avalan.

Un reto para lunáticos. A esto se enfrentaba el equipo Lego AM (Antonio Machado) para mantener el nivel y superar las expectativas en una nueva edición de la First Lego Leage (FLL). El resultado, excelente. Segundos de Castilla y León y un billete directo para participar en la final de Canarias que tiene lugar precisamente este fin de semana, 23 y 24 de marzo.

Esta competición consiste en un desafío internacional, presente en más de 80 países, que busca despertar el interés de los jóvenes por la ciencia y la tecnología, fomentar los valores del trabajo en equipo, la innovación, la creatividad y el emprendimiento. El torneo utiliza desafíos temáticos para involucrar a los jóvenes en la investigación, la resolución de problemas, y la ciencia. En su novena edición, la intención ha sido trasladar a los participantes al espacio exterior y que se pusiesen en la piel de astronautas para idear la forma de mejorar su experiencia lejos de la atmósfera terrestre.

Cada mes de septiembre se hace público el nuevo desafío y a partir de entonces los equipos FLL de todo el mundo se embarcan en una nueva aventura. De igual modo sucede en Soria. El aula de tecnología del Instituto Antonio Machado vuelve a llenarse de vida fuera del horario escolar. Se enciende el fluorescente que ilumina la sala y, alumnos y profesores intentan darle forma al reto. También se desvacene el calendario pues los Lego AM cuentan que incluso “llegamos a celebrar la Navidad entre estas cuatro paredes”. Durante este tiempo deben resolver problemas reales mediante la construcción y programación de un robot usando conceptos de ingeniería y la elaboración de un proyecto científico que tienen que defender delante de un jurado. Todo ello sin olvidar los valores aprendidos que también suman a la hora del veredicto.

Programación

Quizás el punto más llamativo del reto sea el Juego del Robot. Este consiste en ir completando una serie de misiones espaciales sirviéndose únicamente de un robot que los jóvenes tienen que programar ayudándose de fórmulas matemáticas y un ordenador. Para quien no esté puesto en el asunto, comprender la mecánica puede resultar similar a aprender idioma desconocido. Ellos hablan de “comandos, energía, sensor ultrasónico” pero el resumen sirve más a la rápida comprensión.

“Nuestro robot es compacto y versátil. Consiste en encontrar la manera más fácil de superar las 15 misiones. Estas, por ejemplo, pueden ser impulsar un cohete, colocar paneles solares para suministrar energía a los satélites, imprimir en 3D, producir vegetales o transportar a los astronautas. Solo tenemos dos minutos y medio y hay que sumar la máxima cantidad de puntos de los 400 en juego”.

Son buenos pero no los mejores. Reconocen que los primeros tenían un robot "bestial y muy estético". A ellos les falló la luz, que no ayudaba a su prototipo a encontrar las líneas de dirección. También influyeron “los nervios y alguna imprecisión que ya se ha subsanado”. Aseguran que seguirán perfeccionándolo hasta el mismo día de la final.

Una final

El proyecto científico es lo que realmente les diferencia. ‘Pro-orbi-tex’ (Protección-órbita-textil) merece más que un pase a la final. Este equipo ha diseñado un tejido para “detener las radiaciones. Con él se evitarían enfermedades profesionales de los astronautas como pueden ser el cáncer y otras degenerativas”, explican. Lo han logrado combinando seis capas diferentes. La primera está compuesta por PVC, después se encuentra otra de gelatina acuosa encerrada en láminas de polietileno de baja densidad, aluminio para conseguir el efecto de Jaula de Faraday (rechaza las ondas electromagnéticas), una membrana de goretex “o en su defecto pañal de bebé” para evitar la humedad, otra capa de poliuretano o PVC y la tela que cubriría el conjunto al exterior. “Es un traje para utilizar en el interior de la cabina, además de la protección proporciona movilidad, que hasta ahora es muy reducida”.

Un equipo

“Somos Lego AM, mucho más que un equipo”. Con esta frase directa a los corazones más blanditos concluye la exposición de los valores que han elaborado en conjunto. Esta es un fiel reflejo de lo que son. En cifras significa 10 competidores que forman el equipo oficial más otros tantos participantes que sirven de apoyo y complemento al grupo principal. Todos tienen edades comprendidas entre los 12 y los 16 años y vocaciones muy distintas. Pero al margen de lo cuantitativo este equipo suma mucho más. Entre ellos encontramos futuros ingenieros, físicos, programadores, pero también psicólogos o comunicadores audiovisuales. Comparten motivación y ganas de aprender.

Después del trabajo estos permanecen y se los llevan en la mochila. “Inclusión, compromiso, respeto, responsabilidad”, son solo cuatro de una larga lista.

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