ESTILO DE VIDA EN SORIA
Actualizado 30/05/2019 14:00:47

El clima del lugar donde vivimos tiene mucho que ver con el estado de nuestra piel. Conoce cuál es tu tratamiento ideal y aprende a sacar el mayor partido a tu piel. Un artículo de Lorena Martínez.

A pesar de que cada tipo de piel es específico y responde a valores de grasa, sequedad, sensibilidad o reactividad; no es lo mismo estar expuesta a la contaminación de grandes urbes que sufrir a diario los rigores de la humedad de zonas costeras o la sequedad y el frío de lugares situados en zonas más altas o de montaña. No es de rigor afirmar que todas las mujeres que viven bajo el mismo cielo deben usar la misma crema, pero sí se puede decir que todas las cremas que utilicen deben paliar los efectos negativos que tiene sobre su piel el clima.

Sin duda es imprescindible que los cuidados que hay que dar a nuestra piel deben ser los adecuados al lugar donde vivimos. Deben adaptarse para su mayor efectividad.

En general nuestro cuerpo está formado en la mayor parte por agua, y nuestro cutis para lucir bello y con luminosidad, necesita del líquido elemento. Este, a veces puede llegar a nuestra piel de una manera más directa que el simple hecho de beber un vaso de agua. La clave está en la humedad. Una piel que se ve seca puede tener las células poco cohesionadas y será más débil o proclive a destensarse, descamarse, etc. Pero cuidado, también deberíamos tener en cuenta que el exceso de humedad puede ser también malo. Si nuestra piel tiene mucha agua, retendrá también ácidos grasos que pueden llegar a ser muy irritantes y, además, la grasa permanecerá más tiempo sobre la piel, con riesgo de que aparezca acné. La clave, como en la mayoría de ocasiones, está en compensar.

Sí perteneces a un clima seco propio del centro de la península, tus cremas deberán contener ácido hialurónico. Esta, es una sustancia gelatinosa que se encuentra de modo natural en la piel y las articulaciones. Tiene gran capacidad de retener agua y contribuye la hidratación de los tejidos y a dotar de volumen a la epidermis. Se emplea para tratamientos hidratantes y reconstituyentes en todo tipo de pieles y, además, las protege de las inclemencias de los climas secos.

También es útil en cuidados destinados a prevenir y atenuar las arrugas y a proteger las fibras de colágeno. Además, los lípidos compuestos por colesterol y ácidos grasos que forman parte de la barrera hidrolipídica que protege nuestra piel, se emplean para nutrir, regenerar la piel y el cabello seco, estropeado o maduro.

Otro ingrediente muy útil es la glicerina, ya que es un captor de humedad en forma de líquido que se extrae de la producción de jabón. Se trata de una sustancia que es capaz de atrapar un porcentaje muy elevado de humedad ambiental. Es, además, uno de los componentes más comunes de todo tipo de lociones y jabones para pieles delicadas o secas. Absorbe tanta humedad que es prácticamente imprescindible en cremas para pieles secas o muy secas.

El clima húmedo por su parte es propio de zonas costeras o cercanas a grandes ríos, donde la humedad relativa es alta y la grasa tenderá a tapar los poros. Por ello, tus cremas deberán contener vitamina E y C, que neutralizan los radicales libres y aceleran los procesos de cicatrización.

Además, el pantenol también se conoce como provitamina B5 y posee una gran capacidad de protección contra las irritaciones de la piel. Los ácidos suaves llamados hidroxiácidos favorecen además la renovación celular y la síntesis de colágeno mediante un proceso de exfoliación. Los hay de dos tipos los famosos AHAs conocidos como ácidos frutales y los betahidroxiacidos, como el ácido salicílico procedente de la corteza de sauce. Estos ayudan a combatir la aparición de arrugas y el exceso de sebo de nuestra piel.

En general estos son los ingredientes principales que deben contener tus cremas para que tu piel luzca bella y sana vivas donde vivas. Ahora que ya los conoces, búscalos en tus tratamientos.

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