Ubicado en Velilla de Medinaceli, tiene unas características hasta ahora inéditas en el interior peninsular, tanto por su gran tamaño como porque se encuentra totalmente amurallado, a pesar de la defensa natural que ofrece la propia ubicación en algunos puntos. En esta campaña se continúa la investigación de una cabaña que se construyó sobre la muralla y de una estructura de altura considerable de la que se desconoce su funcionalidad. La intervención está autorizada y financiada por la Junta de Castilla y León con 9.500 euros y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Arcos de Jalón
El delegado territorial, Manuel López, ha visitado esta mañana el yacimiento de El Alto de la Coronilla, en Velilla de Medinaceli (Arcos de Jalón, Soria), en el que un equipo dirigido por Marian Arlegui está llevando a cabo una nueva campaña de excavación arqueológica, del 27 de mayo al próximo viernes, 21 de junio. Estos trabajos, que se desarrollan por quinto año consecutivo, se encuadran en un proyecto más amplio de investigación sobre la Edad del Bronce en el Alto Jalón, cuyos principales objetivos son conocer las características del Bronce Pleno y el Bronce Final en su tránsito a la Edad del Hierro, que coordinan la propia Marian Arlegui y José Javier Fernández.
El cerro de La Coronilla es una de las elevaciones destacadas de la zona (1.177 metros sobre el nivel del mar) y se corresponde con el extremo adelantado de un páramo que es bañado en su base, al este, por el río Blanco y de noroeste a sureste por el arroyo menor Mingo Rando, que desemboca en el Jalón. El yacimiento se eleva 177 metros sobre el curso del río Blanco.
Este yacimiento se ubica un corredor que facilita la comunicación entre los valles del Ebro, el Duero y el Tajo, lo que le convierte en un punto decisivo de comunicación cultural a lo largo de la historia. A lo largo de estas cinco campañas, la investigación arqueológica está documentando un poblado de la Edad del Bronce Pleno de unas características hasta ahora inéditas en el interior peninsular. La fecha obtenida mediante radiocarbono es la de 1800 antes de Cristo calibrada, que fecha un derrumbe parcial de la muralla en su cara interna. El sistema defensivo hallado es desconocido hasta la fecha en un entorno amplio de comparación, que abarcaría las provincias de Soria, Guadalajara y Zaragoza.
En esta zona, las distintas obras públicas realizadas, como las de mejoras de trazado de la autovía del nordeste o A-2, así como la instalación de partes eólicos y algunas obras privadas conllevaron la realización preliminar de prospecciones y excavaciones arqueológicas de algunos yacimientos. Ello permitió conocer la sucesión de poblamiento y sus formas culturales dentro de una cronología muy amplia. Tan solo quedaban lagunas respecto al Bronce Pleno y la transformación del Bronce Final en la Edad del Hierro.
El yacimiento de La Coronilla se reveló pronto como decisivo para la investigación por mostrar aspectos desconocidos en la meseta norte, Aragón e incluso en la meseta sur, aun pudiendo relacionarse, en particular con las dos últimas áreas geográficas citadas: la inusual extensión del yacimiento, de casi seis hectáreas, el hecho de que fuera totalmente amurallado, el modelo de estructura doméstica situada sobre la muralla y el emplazamiento en un lugar muy elevado respecto al entorno lo que le da una amplísima visibilidad.
La muralla, construida en seco, tiene una anchura variable de alrededor de los seis metros. Esta estructura rodea en casi un kilómetro todo el perímetro del cerro de La Coronilla. Para la directora de las excavaciones, Marian Arlegui, “el esfuerzo constructivo es considerable, aun contando con que la plataforma rocosa facilitaba la obtención de la piedra en el mismo lugar sin necesidad de desplazamiento. Inevitablemente debe pensarse en un momento muy complejo, en el que se sintió la necesidad de protegerse de otros grupos humanos, fueran los habitantes del poblado el grupo agresor o más fuerte o, por el contrario, el amenazado. Ello, considerando la instalación en este lugar de un grupo humano procedente de otro lugar como una avanzada de otra forma cultural”.
Estudios muy recientes de paleoclima han demostrado que alrededor de 1900 y 1800 antes de Cristo se produjo una inflexión climática de gran sequedad, escasez de lluvias que tuvo que provocar no solo desplazamientos de poblaciones sino también mucha tensión para la obtención de recursos vitales. Un periodo, por tanto, de extremas dificultades para la vida, que pudo traducirse en una violencia latente y real cuyo grado desconocemos.
Por la sucesión estratigráfica del yacimiento, capas naturales sedimentarias y antrópicas (resultado de la acción humana), los investigadores sospechan de una duración del asentamiento relativamente dilatada.
La elección del emplazamiento fue inmejorable en el aspecto defensivo y en cuanto a la disponibilidad de recursos naturales. Se trata de un lugar estratégico: el río Blanco en el fondo del valle, una plataforma en su lado oeste, a media altura entre la cima y el valle apta para el cultivo, en donde nacen dos arroyos, y proximidad de áreas boscosas para la recolección y la caza.
En esta campaña se ha avanzado en la excavación de la cabaña que se construyó sobre la muralla y parte de la plataforma que se levantó, presumiblemente para reforzar la muralla, en un tramo en que se había desplomado parcialmente al interior. Esta cabaña, de planta ovalada, construida sobre zócalo de piedra con piedra y adobes, con banco corrido en su interior y techumbre de madera y paja, se abandonó al incendiarse en uno de sus extremos.
Otro punto de particular interés en el yacimiento es una estructura de dimensión considerable a juzgar por la altura que aún conserva, 3,40 metros, de planta circular a modo de anillo, en cuyo interior han aparecido muros de planta abierta en dos niveles de profundidad, separados por una capa potente de sedimentación y vertidos. Se trata de una construcción que de momento no puede relacionarse con ninguna otra estructura similar conocida. El cerramiento anular es potente y la persistencia de uso del lugar en el tiempo demuestra una voluntad firme de mantener el lugar en uso. La funcionalidad es difícil de determinar por lo que, dado su interés y lo novedoso para la investigación arqueológica, obligará a proseguir con su excavación en sucesivas campañas.
La excavación ha sido autorizada y financiada por la Junta de Castilla y León (Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura y Turismo) con una inversión de 9.500 euros. El equipo también cuenta con la importante colaboración del Ayuntamiento de Arcos de Jalón, entidad especialmente sensible en la investigación de su patrimonio cultural, que resulta imprescindible para el desarrollo de los trabajos.