En la Tribuna de invitados se sienta Daniel Peláez, sanjuanero.
Mantengo intacto, impreso en mi retina el recuerdo de las templadas mañanas del Agés, en las que junto a mi madre, plato y servilleta de tela en mano, bajábamos al local de cuadrilla para recoger nuestra tajada. Esta había sido afanosamente preparada por cuatros y colaboradores junto al matarife la noche anterior. Una única preocupación en nuestra conversación, el saber si tendríamos más o menos suerte en cuanto a la porción que nos tocaría del bravo toro que el día anterior había sido lidiado por los valientes novilleros para el disfrute de los vecinos.
Hoy en día, al igual que el sintético material, las fiestas han ido moldeándose, adaptándose a los nuevos tiempos, en muchas ocasiones con gran acierto, como la ordenada e higiénica manera con la que ahora se desarrolla el reparto de la tajada cruda envasada al vacío la mañana del sábado. Pero en otras hemos dado un gran paso atrás. No hay más que darse un paseo por nuestro 'querido' monte Valonsadero los días posteriores a los festejos sanjuaneros, y ver que el mar vuelve a bañar las inmediaciones del pico frentes, esta vez en forma de plástico. Varias han sido las iniciativas para apaciguar semejante problema, aunque, hasta la fecha sin éxito. Solo el trabajo plausible de peñas hace que los paseos de las plácidas tardes de junio para visitar nuestros bravos sean más agradables. El esfuerzo en llevar contenedores y colocarlos por Valonsadero es grande y loable, pero el ánimo de sanjuaneros para incluir dos bolsas de basura en su cesta de picnic y bajarla a la que retoman su festiva estancia en los chiringuitos tras el breve descanso para comer, es muy reprochable.
Otro problema reciente pero no por ello menos preocupante, es la innumerable lista de excusas de una parte de los vecinos para dar un rotundo NO a entrar en fiestas. Mira que se están haciendo bien las cosas desde algunos colegios. Aún recuerdo los actos que recrearon los más pequeños del añorado y querido colegio San José. Al igual que los ya desaparecidos estudiantes franciscanos, es grato ver como otros colegios hacen un paréntesis en su docencia de últimos días de curso para visitar los locales de cuadrilla. Otro clavo ardiendo, al que agarrarnos para intentar mantener la juventud unida a la participación activa en fiestas, son las redes sociales y como a través de ellas, de pequeños videos en clave de humor, se hacen virales para hacer visible el gran trabajo de las cuadrillas para intentar que sus vecinos disfruten de esos cinco días de baile a lo loco que a mozas y a mozos, saben a poco viendo la recompensa de ese trabajo previo.
Los años seguirán pasando, y en nuestras manos está el poder seguir moldeando semejante material, para obtener unas fiestas, que recuerden a los más mayores su juventud, y que a los más jóvenes llene de orgullo mantener la herencia recibida. Que la magia de los sanjuanes moldee vuestro carácter soriano y lime las pequeñas asperezas que podáis tener para no entrar en fiestas. ¡Viva San Juan! ¡Viva Soria! Felices fiestas a todos y todas.