La Consejería de Cultura y Turismo concluye trabajos de excavación arqueológica en el yacimiento. Los datos obtenidos en estas labores de campo, junto con los resultados que depare el estudio de los materiales recuperados y la actualización de toda la documentación existente de la muralla servirán para redactar un proyecto de consolidación.
Con el objetivo de documentar arqueológicamente la muralla de Tiermes (Montejo de Tiermes), obtener datos precisos de las características técnicas y constructivas en su cara interna para determinar las cotas de circulación, el estado de la cimentación y el estado de conservación general, la Junta de Castilla y León ha desarrollado, a partir de finales del mes de mayo hasta el pasado fin de semana, una campaña de excavaciones en dos zonas de su sector norte. El trabajo se completa con el análisis de los materiales hallados y la actualización de toda la documentación existente referida a antiguas intervenciones en la muralla, localizando materiales y documentación escrita, bibliográfica e inédita depositada en museos o archivos.
El fin último de esta intervención, en la que la Consejería de Cultura y Turismo invierte 11.930 euros, es obtener datos precisos de esta emblemática construcción romana, que sirvan como base para la redacción de un proyecto de consolidación y su puesta en valor, lo que permitirá integrar este monumento en el itinerario de visita del yacimiento, facilitando la interpretación de los restos existentes. Los trabajos arqueológicos están siendo realizados por la Unidad de Arqueología de IE University, dirigidos por los profesores Cesáreo Pérez, Pablo Arribas y el Dr. Eusebio Dohijo. La inversión cuenta con financiación de los fondos FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional).
Las murallas constituyen una de las construcciones más singulares para la comprensión de las ciudades de la Antigüedad. Hasta hace pocos años se consideraba que los sistemas defensivos bajoimperiales se habían originado como respuesta a la entrada de determinados grupos ‘bárbaros’ durante el siglo III después de Cristo.
Hoy la visión es más introspectiva, en consonancia con el modelo facilitado por la propia Roma, donde sus recintos amurallados fueron constantemente remodelados y ampliados, teniendo como gran referente el edificado bajo el Imperio de Aureliano, hoy aún visible. En las provincias, la construcción de estos monumentos evidencia la pervivencia de municipios solventes, capaces de invertir gran cantidad de erario público en su ejecución, como elemento de prestigio.
La muralla termestina ha sido objeto de diferentes campañas de excavación. En los años treinta del siglo XX Blas Taracena ya identificó uno de sus cubos y, a partir de 1978, intervinieron José Luis Argente, Víctor Martínez, Alfonso González, Antonio Alonso, Manuela Domènech y otros miembros del equipo del citado Dr. Argente en diferentes tramos, tanto en la ladera meridional como en el sector norte, donde se sitúa la excavación de este año. Aquí, su recorrido alterna torreones semicirculares con tramos rectos, observándose la solidez y robustez de sus paramentos, realizados con grandes sillares de piedra arenisca. La anchura media de la construcción es próxima a los cuatro metros.
En 1978 se definió un cubo; en 1979 y 1980 se excavó un segmento de 10,5 metros; entre 1981 y 1984 se excavó un tramo de 130 metros lineales correspondiente al intervalo parapetado por los cuatro cubos documentados; en 1991 y 1992 se continuaron los trabajos siguiendo el lienzo defensivo hacia el oeste, realizando varios cortes en las caras interior y exterior del recinto defensivo; y en 1992 y 1993 se intervino en su tramo meridional, dentro de las campañas dedicadas al Conjunto Rupestre del Sur.
En cuanto a las obras de restauración a principios de la década de 1990, se colocaron perfiles metálicos para el recalce de la mampostería en los puntos en que esta aparecía volada. Se optó por la reconstrucción de hasta dos hiladas superiores con sillares prefabricados de hormigón, el relleno con arena de las estancias rupestres excavadas junto al lienzo exterior y la colocación de gaviones delimitando el espacio intervenido con el margen de la carretera.
En los trabajos arqueológicos que acaban de concluir se ha intervenido en dos tramos: en un primero de 15 por 2,5 metros, localizado en sentido longitudinal en la cara interna del primer lienzo del sector norte de la muralla, prolongándose en el extremo sureste de la misma en una zona de seis por tres metros hacia el interior del recinto, y en una segunda zona, junto al cubo 2, mediante un corte de ocho por cuatro metros, destinado a la limpieza superficial tanto de los lienzos como de su relleno, así como parte de la superficie adosada a su cara interna.
En la actual campaña se han conseguido los primeros objetivos, reconociéndose la precisa planificación urbanística que conllevó su construcción, con una compleja secuencia constructiva. A la vez, se han documentado los niveles de hábitat previos a la misma, con distintos hallazgos y fases durante época celtibérica y altoimperial romana, sobre los que se dispuso el lienzo defensivo. También se ha identificado la ocupación posterior en su espacio interior, principalmente durante la Antigüedad Tardía. Y por último, se ha comprobado cómo a lo largo de la Edad Media se produciría el desmantelamiento de los grandes sillares para su reaprovechamiento, tras la pérdida de su función defensiva.
Durante los próximos meses la documentación obtenida en la excavación se complementará con el estudio de los materiales recuperados, cuya catalogación permitirá concretar diferentes aspectos del hábitat termestino. De esta manera, se tendrá una imagen clara en la evolución y transformación de esta parte de la muralla, gracias a los datos obtenidos y detectados durante la presente intervención arqueológica.