OPINIóN
Actualizado 02/08/2019 19:38:50
Alejandro Ramos

La opinión de Alejandro Ramos, profesor universitario y secretario NNGG Soria.

Uno, dos, tres al escondite inglés sin mover las manos ni los pies.

Es verano y estamos de vacaciones. Los niños y las niñas deberían salir a divertirse por las calles, los parques y las plazas de los pueblos. Pero ya no se les ve ni se les oye. Eso no quiere decir que hayan dejado de jugar, sino más bien que ahora lo hacen de una manera muy diferente a la que lo hacían hace unos años.

Hoy en día no es habitual ver a una cuadrilla de chavales volar una cometa, bailar una peonza, jugar al pañuelo, divertirse al balón prisionero, saltar a la comba o brincar al calderón. En cambio, es muy fácil que cualquier niño reconozca que solo se entretiene con el Smartphone, la PlayStation, el ordenador o la televisión. A pesar de ello, soy un firme defensor de la tecnología, ya que considero que no es perjudicial, siempre que se utilice en su justa medida, especialmente cuando es usada por los más pequeños de la casa.

Los juegos tradicionales y al aire libre son capaces de proporcionar una serie de habilidades y destrezas físicas e intelectuales que no se alcanzan a través de una pantalla.

Valores como la amistad, el compañerismo, la creatividad, el liderazgo o la comunicación están siendo arrinconados por otros como el individualismo, el pasotismo o la falta de respeto.

Como dice un buen amigo, hoy por hoy, la tecnología es capaz de acercar a los que están lejos, pero alejar a los que están cerca.

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