La reciente campeona europea se enorgullece, allá donde va, del pueblo de su familia materna y lugar donde pasa todos los veranos. La localidad ha querido reconocer sus éxitos a través de un homenaje.
Ni los astros que se pueden contemplar desde el magnífico observatorio de Borobia, hacen sombra a Cristina Ouviña. La jugadora aragonesa, pero con raíces en la localidad soriana, se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera a sus 28 años. Ella, que se considera una persona muy abierta y sociable, es un gran atractivo para los veranos de este pequeño, pero bonito pueblo de la provincia. “Siempre digo que un verano sin Borobia es un verano perdido. Tengo que venir, porque si no parece que me falta algo”. Aunque prácticamente toda su familia vive ya en tierras zaragozanas, siente un gran arraigo por el pueblo natal de su madre, Esther Modrego.
“La gente que no ha tenido un pueblo no valora esto, pero los que sí, que sabemos lo que aporta, creo que tenemos un gran tesoro y tenemos que cuidarlo”. Y es que la pasión de Cristina por el baloncesto se fraguó en parte en su pueblo. La canasta que le situaron a escasos metros de su casa, hizo que se aficionara al deporte que ahora se ha convertido en su modo de vida. Lejos queda esa pequeña niña que encestaba sus primeras canastas en Borobia. Ahora, con el bronce conquistado en el Mundial del año pasado, y el triunfo en el Eurobasket de este pasado mes, va engrosando un amplio palmarés tanto en clubes, como en la selección que dirige Lucas Mondelo.
Con esto, Cristina se ha convertido en una de las jugadoras más talentosas de su generación. Una generación que está haciendo historia para el baloncesto y el deporte femenino español. “Todavía no somos conscientes de lo que estamos haciendo. Hasta que no venga otro equipo femenino, dentro de 20 o 50 años y nos supere, no nos daremos cuenta de todo esto”, confiesa la protagonista. Aun así, critica la poca inversión económica que se realiza en comparación al baloncesto masculino en España.
Después de pasar por Polonia, Rusia y Francia, Cristina hace las maletas para República Checa para la temporada que viene. Antes del campeonato con la selección, la jugadora ya había llegado a un acuerdo con el ZVVZ USK Praga, que tratará de seguir dominando la liga de su país e intentar el asalto a la Euroliga, donde terminaron en tercer lugar en el último curso.
“Todavía no he podido hablar mucho con el club, pero es un equipo muy potente, y creo que aspiraremos a lo máximo en todas las competiciones”, confiesa Cristina. La jugadora se marcha de Francia, después de dos años en el Bourges, equipo con el que ha conquistado dos copas galas, una liga y con el que ha disputado la máxima competición continental, llegando a los cuartos de final en la pasada edición. Cristina se incorporará el 1 de septiembre con sus compañeras, para preparar la ilusionante temporada que se le viene por delante.
A nivel de selección, después de los éxitos en el Mundial y los Europeos, el próximo reto de Cristina y de todas sus compañeras son los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “De todas formas, antes de eso hay un preolímpico en febrero, que aunque parece fácil va a ser muy duro. Después, si todo sale bien, ya pensaremos en los Juegos”.
Cristina se ha convertido, últimamente, en una de las fijas en las convocatorias del seleccionador nacional, después de algunos años donde era la jugadora número 13. Ojalá pueda seguir manteniendo este nivel durante mucho tiempo, y Cristina continúe situando a Borobia en el mapa.