Ver galería


REPORTAJES
Actualizado 15/08/2019 16:31:11
Encarna Muñoz

En el parque de bomberos de Soria trabajan 30 personas. Rotan en turnos de 24 horas, haciendo malabares con las guardias y los descansos para cumplir con las funciones asignadas. Estas, en 50 años, han sufrido modificaciones importantes y van mucho más allá del servicio de extinción de incendios originario.

Cuando salta la chispa y el fuego amenaza la vida de las personas, o si se requiere la asistencia para atenuar las consecuencias de un accidente de tráfico, se activa la alarma en el parque de bomberos de Soria y sus integrantes se ponen en marcha.

Su profesión es una de las mejor valoradas y, cuando ocurre una catástrofe, la palabra héroe se cuela entre los calificativos más repetidos. Pero su rutina diaria queda lejana a los focos. Los turnos de 24 horas se aprovechan al máximo, y cada día sirve para continuar y ampliar la formación de hombres que están preparados para cualquier emergencia.

Jornada de 24 horas

En el edificio de la calle Tarrasa de la capital trabajan actualmente 30 hombres (de las 36 plazas que tiene la plantilla al completo). Cada turno se compone de 4 efectivos presentes en el parque, otros cuatro de guardia (disponibles en menos de 10 minutos) y otros cuatro de refuerzo.

A las 09:00 horas comienza el movimiento en la puerta del parque. Es el cambio de turno, cuando sale el equipo que ha estado trabajando la jornada anterior y entran los cuatro bomberos que harán su vida aquí las 24 horas siguientes.

Los primeros minutos sirven para tomar posiciones. Se repasa la actividad del turno anterior y se revisan todos los equipos (incluyendo las herramientas y los cuatro camiones del parque). Juan Carlos Rodríguez, sargento jefe del Parque de Bomberos de Soria, explica que lo más importante de esta labor “es ser meticuloso”, pues “cuando ocurre una emergencia nada puede fallar. No puede ocurrir un imprevisto y nada se deja al azar”.

Si no ocurre ninguna incidencia y el ordenador al que entran los avisos del 112 (organismo con sede en Valladolid y encargado de coordinar la actuación en emergencias de Castilla y León) no registra actividad, se prepara una maniobra. Esta consiste en simular una intervención utilizando los mismos medios que requeriría un servicio real. Suena la alarma, se acelera el paso para vestirse y montarse en los camiones, y se sale del parque para “interiorizar” los pasos y maniobras necesarias para sofocar, por ejemplo, un fuego en una vivienda del casco urbano.

Dependiendo de la época del año, se programan unas maniobras u otras. En verano, además de tener muy en cuenta los incendios forestales y los accidentes de tráfico, también se hace habitual practicar con bombas de achique de agua para casos de tormentas con inundaciones.

Terminada esta, llega el momento del asueto con una comida para reponer fuerzas y encarar la tarde. Si el panorama continúa tranquilo se programa otra maniobra, o se decide por subir al aula de usos múltiples para repasar un tema teórico. Cuando acaba la formación, se sube de nuevo a los camiones y se hace un recorrido por la capital. “Sirve para comprobar que no haya ninguna incidencia, y también para que las últimas incorporaciones se habitúen a la ciudad y a sus calles”, explica Juan Carlos Rodríguez.

De regreso al parque, espera el gimnasio. Dos horas de ejercicio físico para mantener el cuerpo a punto. Ducha, cena y descanso, que en este caso no es sinónimo de sueño reparador. “En cualquier momento del día, sea cual sea la circunstancia, tardamos en salir del parque 40 segundos”, narra el jefe del Parque de Bomberos para ilustrar que, por la noche “tenemos habitación y descansamos, pero nos ponemos el pijama”, bromea.

SEIS-P

La que se ha narrado es la jornada habitual de los integrantes del SEIS-P de Soria (Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento, al que ahora se añade también la Prevención). Siglas que aluden a una revolución integral en el significado de la palabra bombero. “Hace 50 años un bombero se dedicaba exclusivamente a apagar fuegos a base de emplear mucha agua, ahora vamos mucho más allá”, explica Juan Carlos Rodríguez.

Sus funciones comienzan con la prevención, que incluye la formación a diversos colectivos (colegios, escuelas de idiomas, empresas,...) con charlas y visitas al parque que se hacen necesarias, porque “falta muchísima formación en emergencias”. También cuenta en esta prevención la asistencia a eventos en los que se evalúan los posibles riesgos y, en función de estos, se destina una dotación que permanece vigilante durante su celebración.

El SEIS de Soria recibe avisos, además de por la existencia de fuego o un accidente de tráfico, por inundaciones, desprendimientos de elementos urbanos (cornisas, tejas...) y rescates. Por ejemplo, en el último mes se han efectuado 7 rescates, entre los que se contabilizan 2 ahogamientos, un intento de suicidio, una cigüeña y un gato. Están para todo y para todos.

Siempre creciendo

El pasado verano, los bomberos del SEIS de Soria adquirieron una nueva función, la de retirar enjambres de abejas y avispas. “En total fueron 80 intervenciones, y a raíz de estas se decidió que recibiésemos formación específica”, explica Rodríguez.

Con formación y experiencia nació el proyecto del apiario “Recogimos una colmena y ahora queremos realizar visitas para que se entienda su complejidad y la importancia de esta especie”.

Áreas de mejora

Dos de los camiones de bomberos de la capital superan los 30 años de antigüedad. Uno de ellos será sustituido en diciembre, el otro espera su turno. La coordinación con los parques comarcales “también es muy mejorable”, opina Juan Carlos Rodríguez, jefe de Bomberos de Soria.

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SoriaNoticias
  2. >Reportajes
  3. >Un día con los bomberos de Soria