ESTILO DE VIDA EN SORIA
Actualizado 29/08/2019 11:57:05

Los farmacéuticos de Castilla y León recuerdan los grupos de medicamentos que pueden afectar a la hidratación.

Los farmacéuticos de Castilla y León quieren recordar a la población que el verano y las altas temperaturas no son las únicas condiciones externas que pueden poner en riesgo una correcta hidratación de nuestro organismo. Existen otras situaciones que pueden producir determinados grupos de medicamentos que también pueden afectar al balance hídrico como:

1. Disminución de la sensación de sed: lo que conduce a una disminución de la ingesta de líquidos.

2. Aumento de la excreción de líquidos: orina, sudor y especialmente en procesos diarréicos a través de las heces que pueden estar asociados al uso de ciertos medicamentos.

3. Alteración de la termorregulación: a nivel hipotalámico, por alteración de los termorreceptores o aumento de la vasodilatación periférica.

4. Afectación de la percepción del calor: en el caso, por ejemplo, de medicamentos con efectos sedantes o que producen estados de confusión.

5. Hiperpirexia térmica (insolaciones o golpes de calor) generalmente asociada a reacciones de hipersensibilidad causadas por medicamentos.

De ahí que el CONCYL-Consejo de Colegios Profesionales de Farmacéuticos de Castilla y León y el Consejo General quieran recordar cuáles son los grupos de fármacos que la población debe tener especialmente en cuenta para evitar episodios de deshidratación:

Diuréticos: su actividad farmacológica produce un aumento de la producción y eliminación de orina. Por tanto, pueden producir deshidratación u otras alteraciones electrolíticas que afectan al estado de hidratación. Es importante aumentar la vigilancia en pacientes tratados con diuréticos, especialmente en personas mayores, en situaciones de ola de calor.

Laxantes: especialmente aquellos que incluyen sales de magnesio en su composición o los que producen diarrea osmótica.

Antibióticos: son los responsables del 25% de los casos de diarrea inducida por medicamentos. Es especialmente relevante en el caso de antibióticos de amplio espectro y en personas mayores.

Antiácidos: aquellos que incluyen sales de magnesio en su composición, por los efectos laxantes de dichas sales.

Antihipertensivos: Los IECA y ARA II pueden afectar a la percepción de la sed, por lo que su inhibición está asociada a una disminución de la ingesta de líquidos y del volumen de orina. Asimismo, los betabloqueantes pueden alterar el flujo sanguíneo a nivel dérmico y la temperatura corporal, reduciendo la disipación de calor y afectando a la termorregulación.

Digoxina: puede producir diarrea, sobre todo en personas mayores en las que la función renal está afectada, dado que este medicamento se elimina por vía renal y se puede producir una acumulación del mismo en el organismo.

Corticoides: los corticoides inducen diuresis potente en personas con insuficiencia cardiaca, aumentan la filtración glomerular y promueven la pérdida de sodio y potasio a través de la orina. Por ello, pacientes tratados con corticoides, especialmente por vía oral o parenteral, tienen mayor riesgo de deshidratación.

Antidepresivos: los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) reducen la capacidad de excretar agua y una disminución de la sensación de sed, la fluoxetina además puede reducir el apetito. Clomipramina, duloxetina venlafaxina y mirtazapina, también reducen la sensación de sed.

Quimioterápicos: la diarrea es un efecto adverso muy común de estos tratamientos. Afecta del 50 al 80% de los pacientes oncológicos tratados con quimioterapia.

Por todo ello, desde el CONCYL recuerdan la importancia de una correcta hidratación y aconsejan una serie de pautas a tener en cuenta:

Consuma entre 2 y 2,5 litros de líquidos diarios: incluida el agua que proviene de los alimentos y distribuyendo la ingesta a lo largo del día. La sed es una señal que nos avisa que hay que beber líquidos, porque ya tenemos cierto grado de deshidratación. Por tanto, no es saludable “aguantar” sin beber; al contrario, debe beber sin esperar a tener sed. Si realiza actividad física en ambientes calurosos es necesario aumentar la cantidad de líquido ingerido.

Preste especial atención a las situaciones que puedan favorecer la deshidratación: como el calor y la sequedad ambiental anormalmente elevados, fiebre, diarreas, vómitos, etc. Se desaconseja realizar actividades físicas en las horas centrales de días calurosos, usando excesivas prendas de abrigo, exposición exagerada al sol, etc.

Es importante que sepa reconocer situaciones de deshidratación: los síntomas que orientan hacia un cuadro de deshidratación son, entre otros, sed, sequedad de las mucosas y de la piel, disminución de la cantidad de orina y, en casos más graves, pérdida brusca de peso, orina oscura y concentrada, somnolencia, cefalea y fatiga extrema.

El agua y otras bebidas con diferentes sabores son necesarias para asegurar una adecuada hidratación: en situaciones de deshidratación leve, las bebidas con sales minerales, en concreto sodio, y con azúcares de absorción rápida, pueden facilitar una mejor rehidratación.

Es conveniente hidratarse antes, durante y después de realizar ejercicio: cualquier ejercicio físico produce, además de un consumo energético, la eliminación de cierta cantidad de agua y sales minerales. Por tanto, aportar agua y sodio ayuda a reponer las cantidades perdidas a través del sudor, sobre todo si las temperaturas son superiores a 25ºC.

Siga una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras frescas: ciertos alimentos ricos en agua, como son las frutas y verduras, nos pueden ayudar a mantener un buen nivel de hidratación.

Las comidas copiosas requieren un aporte suplementario de bebida: si realiza una comida abundante, ingiera una mayor cantidad de líquidos.

Si realiza algún tipo de dieta pueden variar sus necesidades específicas de hidratación: consulte con su médico.

Limite el consumo de bebidas alcohólicas: las bebidas alcohólicas no evitan la deshidratación e incluso pueden llegar a empeorarla.

En el caso de tomar algún medicamento, consulte con el farmacéutico si alguno puede modificar su estado de hidratación: como hemos apuntado, la utilización de forma habitual de ciertos medicamentos (diuréticos, por ejemplo) puede afectar a su nivel de hidratación, aumentando el riesgo de deshidratación y agotamiento por calor.

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