El carné de la felicidad. Carmen de Vicente


REPORTAJES
Actualizado 11/10/2019 19:52:22
Patxi Veramendi

“El permiso de conducir me ha dado libertad y me ha hecho muy feliz”, asegura Milagros Sanz Carnicero, de 78 años, con carnet desde los 26 años, es decir, hace 52. Toda una pionera en la conducción de vehículos. Hasta marzo de 2016 - con 75 años- ha tenido los carnés B, C1, C, BE, C1E, CE, BTTP…, es decir, el de camión, de remolque o de transportes especiales. Todavía tiene el de coche.

Desde el primer momento tuvo que conducir la furgoneta-taxi de su familia, en Buitrago, y ayudar a llevar la maquinara agrícola, como los demás hombres de la casa. Eso sí, remarca que se sacó todos los tipos de carnet de conducir a la vez y a la primera.

“Imagina lo que era ser una joven de 26 años y conducir, cuando no lo hacía ninguna mujer. Tengo cientos de anécdotas. Me lo he pasado muy bien. He disfrutado mucho, me sentía libre, y hasta me salían novios…”, recuerda Milagros Sanz. “Un hombre me ofreció a su hijo, si le llevaba su camión sin ningún daño hasta San Sebastián. Y yo le contesté que a ver si pensaba que yo necesitaba que me preparasen un novio…”, aclara.

A sus 78 años, mantiene el carácter abierto, divertido y alegre de siempre. “Los mozos se han metido mucho conmigo, pero siempre con guasa y en plan bien. Mal no, nunca he tenido ningún problema con los hombres por ser conductora y mujer, y yo tampoco me callaba”, indica. “Durante el tiempo que conduje la furgoneta de servicio público he llevado a mucha gente, de todo tipo. Una vez, hasta me tocó ir a recoger a un hombre fallecido. El chófer de la Exclusiva de Calahorra no me quería, porque le quitaba muchos clientes”, cuenta.

Se ríe al recordar cuando se encontró con el primer semáforo, en Valladolid. El guardia municipal le paró y le preguntó que adónde creía que iba. “Pues, para adelante”, respondió. Milagros tuvo que explicar que era el primer semáforo que veía, que en Soria no había ninguno.

“Una vez circulaba con la plataforma del peine de la cosechadora, y la Guardia Civil me paró porque pensaba que ya me habían cazado…, pero no fue así, ante la enorme sorpresa de los agentes”, relata Milagros, a la que se le agolpan las curiosidades y los recuerdos.

Un largo periplo

Cuenta que tenían una furgoneta, una DKV con matrícula SO-5253, que era el taxi de servicio público del pueblo, en Buitrago; y que se tenía que quedar parada porque su hermano, que era quien la conducía, tenía que irse al campo con el tractor. Así que una de las cuatro hermanas tenía que sacarse el carnet de conducir, “y me tocó a mí, que era la pequeña”, ironiza Milagros, que tuvo que superar un largo periplo hasta conseguirlo.

Se preparó en Madurga, pero cuando fue a presentarse al examen no pudo hacerlo, porque no había realizado el servicio social que -entonces- hacían las jóvenes a través de la llamada Sección Femenina.

Completó este servicio en Alcañiz (Teruel) durante tres meses (en Soria eran seis), y regresó a la capital soriana para continuar su preparación para el carnet de conducir. Pero en Soria no podía examinarse del test psicotécnico y, de nuevo, tuvo que marchar a Zaragoza, donde completó la formación (concretamente en la Academia Aragón), hasta que finalmente se examinó y aprobó. El carnet tiene fecha de expedición de 22 de febrero de 1966.

Agradece el enorme esfuerzo económico que hicieron sus padres, puesto que el carnet le costó unas 5.000 pesetas de las de entonces, y en aquellos años, 3.000 en Soria y 2.000 en Zaragoza. “Todo un dineral para una familia”, reconoce, aunque ese carnet le cambió la vida a Milagros.

Se casó y su vida ha sido la de una ama de casa y “ayudante” de agricultora, que se ha dedicado a cuidar a sus hijos en Buitrago, y a criar las vacas y los cochinos. Pero el carnet también le ha permitido moverse con libertad, ayudar en el campo conduciendo tractores o la cosechadora, conocer gente y “hacer muchas cosas”.

Conciliación

Milagros sabe muy bien lo que significa tratar de conciliar el trabajo familiar y laboral, cuando acudía al campo con el coche, muchas veces con varios hijos montados, para ayudar a su marido agricultor.

Pero es mencionar el carnet de conducir, y se le enciende la cara. Al casarse se quedó con una furgoneta de la familia, y cuando tuvo dinero se compró un Seat 1.500 viejo, que aún conserva y guarda en la cochera. “No he parado en toda mi vida. El carnet me lo ha dado todo, me ha permitido ir donde he querido y me ha alegrado la vida”, insiste Milagros, que sigue sin “parar”. Todavía conduce su BMW 524 turbodiesel de 33 años y 210.000 kilómetros recorridos. Tiene el permiso de conducir hasta abril de 2020, cuando tendrá que volver a renovarlo.

En todos sus años de conductora, solo le han puesto una multa por no llevar cinturón de seguridad, y ha tenido un único percance menor, con un motorista en un cruce de calle, donde estaba el colegio de Escolapios antes, en la avenida de Valladolid. “Se metió, cayó, pero no le pasó nada”, explica.

Luci Laseca: “Todavía podía haber tenido el carnet un poco más, pero no me han dejado”

No resulta fácil encontrar a la mujer soriana con el carnet de conducir más antiguo: los datos no están informatizados en la Dirección Provincial de Tráfico. No obstante, Soria Noticias ha encontrado a otra de las primeras conductoras. Se trata de Luci Laseca García, de 91 años, y que ha tenido el carnet vigente hasta este pasado 9 de septiembre, desde el año 1967, es decir, durante 52 años. Pero los hijos ya no le han dejado a Luci renovar el permiso, lo que no le ha sentado nada bien a esta veterana conductora, dispuesta y convencida de que aún lo podía haber tenido un poco más.

Dice que no le han puesto ninguna multa, y que tampoco ha sufrido ningún accidente. Esposa de médico -fallecido ya hace años- y madre de siete hijos, el carnet le ha supuesto en la vida una liberación para poder conciliar la vida familiar, puesto que necesitaba el coche para desplazarse desde el pueblo donde tenía la plaza de médico su marido (Castilfrío, Salduero o Quintana Redonda) a la capital, y luego (residiendo ya en la capital) para moverse por Soria.

Aunque el marido fue un poco reticente a que su esposa se sacara el carnet, Luci cuenta que lo aceptó bien, y que nunca sintió ninguna discriminación por parte de los hombres. “Alguna amiga también conducía”, recuerda. Un Gordini fue el primer coche que condujo, y ahora tiene un Seat Clío que compró a los 80 años. También llevó otros Seat, como el 1.500 y el 1.430; y ha conducido “sin miedo” hasta Zaragoza, Madrid, Pamplona, Málaga o Granada.

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