OPINIóN
Actualizado 04/11/2019 17:52:45
Alfredo Vallejo

La opinión de Alfredo Vallejo, colmenero y pensador.

Ya tenemos en nuestras tierras este “regalo” de la globalización. Llegó hace unos años desde China a Europa viajando cómodamente en algún jarrón que algún turista francés llevó a su casa.

Es una avispa mayor que la común; tiene unos tres centímetros, de cuerpo recio y aerodinámico. Elegante de color, combinando el negro y el amarillo; voraz y con una capacidad de adaptación extraordinaria. Come toda clase de insectos voladores y sobre todo abejas. Vive y se reproduce en grandes nidos esféricos colgados de los árboles o entre la maleza.

Su agresividad es muy peligrosa únicamente si se acerca uno a sus nidos y se sienten atacadas; por lo demás no es más peligrosa que las avispas comunes que conviven con nosotros desde siempre.

Hasta no hace mucho se creía que las tierras altas y frías de la Meseta iban a suponer un dique a la expansión de la Velutina; no ha sido así.

Nuestras abejas (la apis melífera) aún no ha aprendido a defenderse de esta peligrosa amenaza; llegarán a hacerlo seguramente. Mientras tanto el apicultor puede ayudar a sus abejas con algunos sistemas de defensa.

Una forma muy eficaz y sencilla es colocar encima de algunas colmenas unas botellas de plástico vacías, de las de litro y medio, a las que se les ha echado unos tres dedos de agua con azúcar, Coca Cola, cerveza negra y vino tinto. Se hace una incisión en cruz a comedio de la botella, se doblan las puntas hacia adentro en forma de nasa y a cazar avispones. Las botellas deben estar cerradas por arriba.

La industria apícola ofrece a los apicultores artilugios más elaborados.

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