Generación procés

No sirve de nada que miremos hacia otro lado. Es evidente que, hoy por hoy, existen claramente dos bandos en Cataluña. Pero el problema surge cuando una de las partes, está dispuesta a emplear cualquier método para conseguir su objetivo.

Precisamente, la violencia nunca debe de ser la solución. Y mucho menos, debe permitirse que detrás de los radicales, ataviados con esteladas y uniformados con ropa oscura, capucha y pañuelo en la cara, se escondan chicos y chicas adolescentes e incluso menores de edad. Esto no es un juego de niños.

Es una lástima ver cómo en lugar de llenar sus mochilas con libros y bolígrafos, lo hacen con piedras, botes de humo, lejía o palos, con la única finalidad de llevar a cabo diferentes tácticas de guerrilla urbana, cada vez más agresivas y organizadas, que pongan en jaque a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a los que, por cierto, hay que reconocer su extraordinaria labor y profesionalidad.

De aquellos barros, estos lodos. Durante años, muchos de estos jóvenes han sido adoctrinados, por parte de la clase política catalana, hasta convertirse en fieles creyentes del procés, bajo el falso dogma de que la única alternativa posible es la independencia.

A día de hoy, estamos viviendo un momento sumamente preocupante de la historia de nuestro país, en el que se requiere fortaleza, liderazgo e inteligencia política. Y en lugar de ello, nos encontramos con todo lo contrario, una irresponsable pasividad de algunos de nuestros dirigentes, a los que les importa más solucionar los problemas del pasado que afrontar los retos del presente, para poder vivir mejor en el futuro.