Las enfermedades de la madera de la planta se han registrado en la mayoría de las regiones productoras de vino en el mundo y son una amenaza importante para la industria, ya que causan una seria disminución y pérdida de productividad.
Investigadores del Departamento de Ingeniería Agrícola y Forestal del Campus de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa) encabezan un estudio en el que se ha observado, a nivel de laboratorio, el potencial de algunos productos naturales para combatir a los principales hongos patógenos que afectan a la madera de la vid. El trabajo se ha publicado en la revista ‘Antibiotics’.
Las enfermedades de la madera de la vid se han registrado en la mayoría de las regiones productoras de vino en el mundo y son una amenaza importante para la industria, ya que causan una seria disminución y pérdida de productividad. Estas enfermedades incluyen el brazo muerto negro (causado por ‘Botryosphaeria dothidea’), la yesca (que produce síntomas vasculares y podredumbre blanca interna en el tronco), la eutipiosis (originada por ‘Eutypa lata’), la enfermedad de Petri, el pie negro y la muerte por ‘Phomopsis viticola’.
“Las enfermedades fúngicas que provocan la podredumbre de la madera de la vid son una preocupación de primer nivel para el sector vitivinícola”, advierten los investigadores de la UVa Pablo Martín Ramos y Laura Buzón Durán, dos de los autores del trabajo. De hecho, una publicación reciente de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) señala que la incidencia de enfermedades del tronco de la vid fue del 10 por ciento en España, del 13 por ciento en Francia y de entre el 8 y el 19 por ciento en Italia.
La yesca es el síndrome más frecuente y creciente en casi todos los países europeos. Concretamente, se habla de yesca cuando se observan los típicos síntomas en la planta adulta, y de enfermedad de Petri cuando la planta es aún joven.
Estas enfermedades se combaten habitualmente con fungicidas químicos, como por ejemplo arsenito de sodio, carbendazim o tecobunazol. Pero los fungicidas químicos tienen varios inconvenientes en términos de toxicidad y eficacia y, en los últimos años, ha aumentado la presión pública para reducir su uso. “Existe una preocupación generalizada sobre su impacto ambiental y sus posibles riesgos para la salud”, señalan los investigadores.
En este contexto surge la búsqueda de antifúngicos naturales como alternativa factible para hacer frente a estas enfermedades. En concreto, el trabajo evaluó la actividad antifúngica en laboratorio de oligómeros de quitosano, ε-polilisina (EPL), de conjugados de ε-polilisina-quitosano, de metabolitos secundarios de dos actinobacterias beneficiosas (‘Streptomyces rochei’ y ‘S. lavendofoliae’) y de la unión de metabolitos secundarios (‘S. rochei’ y ‘S. lavendofoliae’) de dichas actinobacterias con oligómeros de quitosano para el control de tres de los patógenos más frecuentemente aislados en enfermedades de la madera de la vid: ‘N. parvum’, ‘D. seriata’ y ‘B. dothidea’.El equipo comprobó una reducción del crecimiento radial del micelio en todos los casos, excepto para los tratamientos basados en metabolitos secundarios de ‘Streptomyces rochei’ y ‘Streptomyces lavendofoliae’, para los cuales no se observó inhibición.
“La importancia de nuestros resultados radica en que las sustancias utilizadas para el tratamiento de enfermedades de la madera de la vid son biodegradables y de bajo coste, y con dichas sustancias no solo se consigue ralentizar el crecimiento de los hongos, sino también su exterminio”, afirman Martín Ramos y Buzón Durán.
Un proyecto a tres años
En el estudio participan también investigadores de la Unidad de Investigación Consolidada (UIC262) de la UVa, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), la Universidad de Salamanca (USAL), el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón, el Hospital Río Hortega de Valladolid y la empresa Sistemas de Biotecnología y Recursos Naturales (SByRN).
La investigación se enmarca en un proyecto más amplio, a tres años (2019-2021), financiado por la Junta de Castilla y León y centrado en la extracción y purificación de compuestos activos de origen natural y en el ensayo de su eficacia en laboratorio y en campo contra los patógenos que afectan tanto a órganos verdes como a la madera de la vid, y tanto a plantaciones jóvenes como a adultas.
Así, el objetivo ahora es seguir trabajando en el laboratorio, investigando diversas estructuras concretas del hongo con el fin de valorar hasta qué punto pueden actuar los productos analizados. “Comenzaremos con las esporas, que son las células reproductoras de los hongos, de las que depende la multiplicación, y cuya afectación por plagas puede conllevar pérdidas muy importantes en la cosecha”, avanzan los miembros del equipo.
Además, continuarán realizando experimentos en campo para comprobar la eficacia de estos productos directamente sobre los viñedos, donde existen diversos factores, como la temperatura y la humedad, que afectan al crecimiento del hongo y que varían respecto al ambiente controlado que existe en el laboratorio.
Fuente: Agencia DICYT