La provincia de Soria es un enorme sumidero de CO2, que ayuda a evitar el cambio climático, reduciendo las consecuencias de los gases de efecto invernadero. Parece que hay cierta unanimidad, entre administraciones, organismos y propietarios de montes, en la idea de que quien contamine pague, y de que quien absorba CO2 con sus bosques reciba compensaciones. El problema es que nadie concreta cómo hacerlo.
Para entender el papel de sumidero de CO2 que tiene Soria, en la reducción de la emisión de gases con efecto invernadero, el técnico Nacho Campanero, de Cesefor, señala que la provincia ha absorbido casi un millón de toneladas de CO2, de los casi siete millones del total de Castilla y León, absorbidos en la última década.
Un dato que es la consecuencia de tener el 20% de los arboles de la Comunidad, distribuidos en las más de 600.000 hectáreas de superficie forestal con que cuenta la provincia de Soria, que supone el 12% de Castilla y León, según el tercero y último Inventario Forestal Nacional del año 2002.
Soria es la segunda provincia de la Comunidad en fijación de carbono, por detrás de Burgos (21%) y a la par de León, con un 18%. Segovia tiene un 11%, Ávila y Salamanca un 8%, Palencia un 7%, Zamora un 5% y Valladolid un 4%. La capacidad de fijación de carbono se puede analizar estudiando el crecimiento del volumen de madera en los bosques.
Si se valora esta información, respecto al peso socioeconómico de Soria, la absorción de CO2 por soriano es de 10 toneladas por persona y año, una cifra enorme en comparación a la media regional, que no llega a tres.
Por tanto, explica Nacho Campanero, la importancia de Soria en cuanto a mitigación de cambio climático, a escala nacional, “es superlativa, y no solo por la extensión de su superficie forestal, sino por la buena gestión sostenible de sus masas desde hace siglos”.
Miles de personas, entre las que había responsables políticos, científicos, economistas o ecologistas, han participado estos días pasados en la Cumbre del Clima celebrada en Madrid, COP25, para tratar de negociar y alcanzar acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), principal causante de proceso del cambio climático, e impulsar la fijación de carbono para compensar esas emisiones de efecto invernadero, como el CO2.
Rodrigo Gómez, desde la Fundación Cesefor en Soria, ha acudido a este foro internacional en calidad de observador de la cumbre, así como ponente en el espacio técnico acerca del papel de los bosques como mitigador de este efecto global.
“La reunión ministerial de alto nivel sobre bosques celebrada en la COP25 del pasado día 5 de diciembre manifestó muchos compromisos nacionales en todos los continentes, para desarrollar planes masivos de forestación y promover la Gestión Forestal Sostenible, como medidas de mitigación. Hay acuerdos en la reducción de emisiones, pero la salida de Estados Unidos y China es una catástrofe para un acuerdo global, ya que entre ambos países suman más del 30% de las emisiones”, apunta Gómez.
Después de los océanos, los bosques son el primer sumidero de carbono a nivel global y, por tanto, el primero gestionable. Los bosques fijan carbono a través de la fotosíntesis, alrededor del 20% de su peso. Se estima también que los bosques fijan actualmente el doble del carbono existente en la atmósfera, según Cesefor. Pero igual de importante que es aumentar la superficie forestal a nivel global, también lo es tratar de conseguir que la madera libere ese carbono a la atmósfera lo más tarde posible.
Y esto se consigue no solo evitando incendios, sino aumentando el uso de la madera en productos duraderos. La sustitución de materiales de origen fósil como el plástico o el hormigón por madera es la mejor forma de fijar carbono.
De la misma manera, el uso de madera como combustible (biomasa) en vez de petróleo, carbón y gas natural, también ayuda a mitigar el cambio climático. Aunque su combustión libere carbono en la atmósfera, si esos combustibles proceden de un bosque cuya gestión es sostenible, esas emisiones de carbono se pueden compensar a través de nuevas plantaciones.
Y es que el este problema global cambia de perspectiva bajando de escala. En España, a pesar de los grandes incendios que ocurren, la superficie forestal ha crecido durante las últimas décadas. Sobre todo debido a dos aspectos, planes públicos de forestación y el abandono del medio rural y la presión agrícola sobre el territorio (ya que el bosque se regenera solo en la mayoría de los casos).
Sin embargo, la despoblación hay que verla también como un problema, porque un medio rural poblado evitaría abandonar el monte, lograr una gestión forestal más eficiente y, con ello, mejores bosques y menos incendios.
Y aunque más del 50% del territorio español sea forestal (incluyendo espacios no arbóreos), el Instituto Nacional de Investigación Agraria estima que solamente el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero son fijados por los bosques en España.
Este balance, en cambio, en países como Suecia es positivo, donde el territorio absorbe más carbono que el emitido. España está reduciendo sus emisiones en los últimos años, pero no lo suficiente.
Por ello, provincias como Soria, en las que la absorción de CO2 es más que el que se emite, tienen un rol mitigador claro, que compensa las emisiones de otros territorios más poblados e industrializados.
El jefe del Servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Soria, José Antonio Lucas, ha destacado el compromiso que tiene Soria en la lucha del cambio climático, gracias a su gestión forestal, que ha conseguido que el 42% de la superficie provincial esté arbolada en este momento.
Además, cuenta con 140.000 hectáreas de bosque sostenible certificadas con el PEFC europeo, que se sumarán a otra superficie que la Junta quiere certificar en Soria con el sello FSC, igualmente reconocido por la Unión Europea, y que cuenta con el apoyo de organizaciones ecológicas internacionales.
José Antonio Lucas explica que “seguimos trabajando para mejorar la gestión sostenible de los bosques de Soria”, señalando que se ha pedido un proyecto europeo LIFE sobre Adaptación de la Gestión Forestal de Soria al Cambio Climático. Asimismo, a partir de 2020 se renueva una estrategia de desarrollo sostenible para los montes sorianos.
El responsable de Medio Ambiente en Soria, para ejemplificar la importancia de los bosques contra el cambio climático, apunta que las más de 100.000 hectáreas de Pinares absorben el CO2 que emiten 17.000 coches al año. Ha remarcado que la fijación de carbono también beneficia a los suelos, a las aguas y, en general, al paisaje y al conjunto medioambiental.
Lucas considera que todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, hay que poner en valor el mantenimiento de los bosques, y fijar las posibles compensaciones que merecen los territorios, como Soria, comprometidos con la gestión forestal.