Artículo de opinión de Eder García.
Cada vez que se publican noticias referidas a las ayudas o sociales que conceden las administraciones asistimos a la retahíla habitual de cafres defendiendo que no se tiene en cuenta a “los de aquí” para favorecer a las personas inmigrantes.
El último caso se produjo con motivo del aumento en la financiación para las ayudas de emergencia y gastos básicos que aprobó el Ayuntamiento. Parece increíble que, a día de hoy, haya que seguir desmintiendo que existe algún tipo de preferencia en la concesión de ayudas por el lugar de origen de quien las solicita.
Para aquellos que escrutan las listas buscando apellidos “poco sorianos”, una reflexión: uno de los colectivos que más sufren la pobreza en todas sus vertientes es el de las personas migrantes, por lo que no parece extraño que accedan a estas ayudas.
En cualquier caso, además de demostrar ignorancia y escasa riqueza en valores como la empatía o la solidaridad, se perpetúa el odio hacia el diferente con esos comentarios racistas y xenófobos. Son la vergüenza de la sociedad soriana que, en términos generales, es abierta y generosa.
En nuestro entorno tenemos gente que tienen serias dificultades para hacer frente a las necesidades más básicas. Cuando una persona se dirige a los servicios sociales es porque realmente lo necesita. Tenemos que atenderles. No es limosna, es justicia social. En el año 2019 no puede haber una familia sin calefacción, pasando hambre o con la presión constante de si se verá en la calle el mes que viene. Lo último en lo que tenemos que fijarnos es si nació en Soria, en Cuenca o en China.