Un artículo de Sergio García Cestero, director de Soria Noticias
L os procuradores socialistas Virginia Barcones y Ángel Hernández alertaban la pasada semana de algo que era un secreto a voces; la Junta de Castilla y León nos está vacilando con el Plan Soria.
Eso lo saben todos los políticos sorianos, otra cosa es que algunos no lo puedan reconocer en público. Por eso hace no mucho el presidente de la Diputación Provincial, el popular Benito Serrano, decía que él estaba dispuesto a renunciar al Plan Soria si la Junta aumentaba la financiación, inversiones y transferencias en la provincia. Al final, si el Plan Soria es un juego de vasos comunicantes de suma 0, para poco nos sirve más que para despistarnos.
Recuerdo perfectamente una rueda de prensa, hará ahora dos años, en la delegación de la Junta en Soria donde, la por entonces consejera de economía Pilar del Olmo, fue incapaz de explicar a los periodistas cuántos de los 31M€ de inversión en la provincia de los que presumía correspondían a gastos corrientes y cuántos a una inversión extraordinaria con el objetivo de frenar la despoblación. Es decir, qué dinero venía a Soria que no llegase a otras provincias.
Y así hemos pasado 4 años, y parece que se vienen otros 4, jugando a los trileros con el Plan Soria, sin que nadie -ni siquiera sus impulsores- sepa diferenciar a ciencia a cierta el grano de la paja, sin que nadie pueda cuantificarlo, sin que nadie sepa si es útil o solamente un trampantojo.
Merced a su trabajo en las Cortes, los socialistas lograron algunas de las inversiones que en la contabilidad de la Junta aparecen ligadas al Plan de Dinamización Económica y Demográfica de la provincia de Soria, el Plan Soria para los amigos. Una lavadora y un sillón para la residencia Antonio Machado, la señalización de las carreteras regionales o la gasolina de los vehículos de Medio Ambiente son algunas de las partidas que deberían obligar, como mínimo, a dar explicaciones a alguien en Valladolid.
Por el momento, silencio. Y es difícil defender lo indefendible.